Serie Flores de Konoha III
Una Maldición, una aventura, un sacrificio. Ella deberá decidir entre su corazón o la misión de salvar a su hermana.
- Adaptación a los personajes de Naruto
- Protagonistas Naruto y Hinata
- La historia imágenes y persona...
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—¿Cómo te encuentras?
Mito observó a su nieta tras la pregunta. Apenas había pronunciado una sola palabra durante el viaje hasta tierras inglesas. Con cada milla que avanzaban y se alejaban del hogar de los MacŌtsutsuki, Karin se sumía más y más en la tristeza.
Por suerte, su fuerte constitución, ayudada por los remedios naturales que la anciana le había suministrado, había conseguido que la pérdida de su bebé no fuera ningún impedimento a la hora de realizar la larga travesía.
Nadie se había enterado de lo que había ocurrido, y era preferible así. Ninguna de las dos hubiera soportado la compasión de las inglesas ni sus intentos por reconfortar a una madre que ya no tendría el hijo que tanto había deseado.
Nada podía lograr que Karin se sintiera mejor.
Ni siquiera esa enorme y confortable recámara donde las habían instalado a ambas. Mito solo había pedido un cuarto para las dos, no quería separarse de su nieta. Y, a juzgar por el tamaño de la cama y la amplitud de la estancia, era más que suficiente para ambas.
—Estoy bien, abuela —mintió Karin, una vez más.
No lo estaba.
Tal vez sí físicamente, pero sus ojos sin brillo delataban que un vacío helado era lo único que ahora llevaba dentro.
Mito la había observado de reojo cuando habían sido presentadas a la familia Hyūga. Karin había permanecido impasible al toparse con Shion, pero no había podido evitar que sus ojos se quedaran fijos en su abultado vientre más tiempo del recomendable.
—¿Cuánto le quedará para dar a luz? —le preguntó a continuación. Era evidente que, desde que había visto a la embarazada, su mente no había pensado en otra cosa.
La mujer mayor meditó para hacer cuentas con los datos que la propia Hinata le había facilitado cuando le habló de Shion.
—Creo que el alumbramiento, si todo va bien, será en diciembre. Puede que para Navidad.
Karin mostró una sonrisa amargada.
—Un buen regalo para toda la familia, entonces.
Mito se acercó a ella para hablarle mirándola a los ojos.
—Hemos de convivir con ellos hasta que llegue el momento, así que, te lo ruego, no hagas ni digas ninguna estupidez. Los Hyūga nos van a tratar bien, seguramente, mucho mejor de lo que nadie nos ha tratado en nuestra vida.
—Solo porque les interesa —escupió Karin con rencor—. Si no nos necesitaran, las dos estaríamos pudriéndonos en algún lugar de Escocia, buscando un nuevo hogar después de que Toneri nos echara de sus tierras.
—No importa por qué estamos aquí... —insistió Mito, tratando de diluir un poco la amargura que Karin notaba correr por sus venas—. Nos aprovecharemos de su hospitalidad y viviremos tranquilas estos meses que faltan hasta que llegue la hora. Y después...