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SEB

Ya que la idea de montar una fiesta para celebrar que hemos pasado la prueba con éxito es acogida con entusiasmo, entre todos nos ponemos manos a la obra para preparar lo necesario con lo que tenemos.

Las chicas nos han dicho que han visto un supermercado por aquí cerca al llegar y Drew y Troy han ido a comprar comida y bebida.

Alex nos ha dicho que en la caravana guarda unas viejas tiendas de campaña de cuando se iba de vacaciones con su familia, así que es perfecto para montar una acampada.

Así que a Steph y a mí nos ha tocado encargarnos de ir a por leña para preparar una barbacoa.

—Así que...¿cómo va la lista? —me giro para mirarlo como un resorte y él sonríe. Sea lo que sea que vaya a decir a continuación, no estoy preparado. Porque sé que se ha dado cuenta de quién es la chica prohibida de la que le hablé. —¿Ya has añadido todos los puntos?

—Eeh...no —admito, derrotado —, ni siquiera llegué al quinto.

—Te lo dije, estás jodido. ¿Por qué no reconoces de una vez que estás loco por ella? —me pincha.

—No sé de qué estás hablando.

No sé por qué sigo negándolo a estas alturas, supongo que decirlo en voz alta solo lo haría más real y sigo en fase de negación.

—Vamos, a otro perro con ese hueso. Entre Mara y tú saltan chispas cada vez que estáis en la misma habitación.

Está claro que él no es de la misma opinión, porque se cansa de hablar en clave y decide soltármelo todo de una vez.

Suspiro y revuelvo el pelo, agobiado por la intensidad de lo que siento. Al principio pensé que con el tiempo se me pasaría, pero está claro que me equivoqué.

—Joder, no puedo decirlo en voz alta ¿vale? Eso lo haría cien veces peor de lo que ya es —admito, a regañadientes.

—Vamos, no seas tan negativo. Siempre podéis llevarlo en secreto ¿no? Todos sabemos que no tardarán en ficharte, seguro que ya tienes unos cuantos ojeadores pendientes de ti. Así que solo tienes que aguantar hasta que deje de ser tu entrenadora —expone su punto de vista y la verdad es que tiene razón.

Es brillante, no sé cómo no se me había ocurrido antes.

Pero aun así, sigue habiendo un gran obstáculo.

—Ya, bien visto. Pero cada vez que he intentado entrarle, ella me rechaza. Joder, si hasta pensé que estaba pillada de su mejor amigo.

Ahora me río porque sé que nada más lejos de la realidad, pero en su momento los celos casi me comen vivo. Es algo que jamás me había pasado antes con una chica y sigo sin estar seguro de cómo gestionar las cosas.

Después de todo, hasta hace poco mi vida solo se reducía al fútbol americano y a pasar tiempo con mi familia y amigos. Lo de Paola fue muy distinto, me asquea recordarlo porque ahora sé a ciencia cierta que me utilizó para volverse popular.

—Sí, recuerdo que te pusiste en plan pitbull con el pobre chaval comprometido —espeta Steph, que no puede callarse una.

Le doy un puñetazo en el hombro y él levanta las manos, riéndose.

—Vale, ya en serio, tío. Solo digo que no pierdes nada con intentarlo. Quizá si le hablas con sinceridad de lo que sientes, esta vez ella sí se abra. Se juega mucho más que tú —me aconseja y como siempre da justo en el clavo.

Joder, empiezo a arrepentirme de no haber hablado con él directamente del tema sin guardarme nada, porque me ha dado el empujón que necesitaba para aclarar mis dudas. Estoy decidido.

Diez razones para romper las reglas ✔️ COMPLETA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora