🏈EPÍLOGO🏈

1.5K 106 8
                                    


MARA

Si de normal cuesta abrirse paso por el estadio antes de un partido, en una Superbowl yo diría que es algo que debería considerarse también como un deporte de riesgo.

Y eso que tenemos asientos reservados en la zona Vip.

Pese a que hace una tarde nubosa muy típica de febrero, tengo un calor infernal debido a la impresionante aglomeración de gente que hay.

Mía y Grace me están guardando un asiento, mientras charlan animadamente con Sean y Meredith. Al verlos, sonrío de oreja a oreja, emocionada de que hayan podido venir finalmente. Tuve la oportunidad de viajar a San Diego hace poco para grabar mi nuevo disco y nos reunimos a tomar un café junto con algunos otros amigos a los que ya echaba de menos, pero aun así la estancia se me hizo corta.

—Vaya, mira quién está aquí, nuestra cantante favorita —me saluda mi mejor amigo, provocando que se me suban los colores rápidamente. Todavía no me acostumbro a ese título, pero a fin de cuentas tengo la suerte de poder vivir de la música, que es lo que más me apasiona, así que lo soy y no debe darme reparo proclamarlo a los cuatro vientos.

—Y traigo las provisiones —exclamo, sonriente y deposito las dos bolsas cargadas de bebidas y picoteo que he comprado para todos en el asiento libre antes de empezar a repartir besos y abrazos indiscriminadamente.

—Por eso te queremos —bromea Mer, tomándome el pelo.

—Solo por eso, ¿eh? —le sigo el juego y acabamos riéndonos a carcajadas, provocando que todavía más miradas recaigan sobre nosotros. Desde que me volví conocida, me es imposible pasar desapercibida en ninguna parte, atraigo la atención allá donde voy al igual que Seb, pero es algo que estoy aprendiendo a manejar y lo llevo bastante bien.

—¿Estás lista para ver a mi hermano en acción? —inquiere Mía, enarcando las cejas con picardía.

Las mariposas revolotean en mi estómago con más ímpetu que nunca y asiento. Durante el año que Seb lleva en el equipo, he asistido a la mayoría de sus partidos - siempre que mi apretada agenda me lo ha permitido, claro - pero es la primera Superbowl que juega y creo que estoy yo más nerviosa que él, lo cual es decir mucho.

—Me muero de ganas —aseguro, entusiasmada.

Por un momento, tengo el impulso de preguntarle si ella también tiene ganas de ver a Stephen, cuyo equipo también está clasificado en los Playoffs, pero me muerdo la lengua a tiempo.

Ella sigue sin soltar prenda de lo que pasó entre los dos y no quiero presionarla, porque me da a mí que ahí hubo mucho más de lo que contó y que siguen locos el uno por el otro, aunque ninguno de los dos lo admita.

Me apena que las cosas estén tensas todavía, a pesar de que Mía haya hecho de todo por volver a acercar a los dos amigos, que se han distanciado considerablemente desde su ruptura. Solo me queda la esperanza de que el tiempo apacigüe las cosas, porque me da que esta historia no ha terminado. Ya se sabe lo que dicen, ¿donde hubo fuego cenizas quedan?

—Ya estamos aquí, sentimos el retraso —exclama Rose, que viene acompañada de Rick y de mi padre. Tuvo el gesto de ofrecerse a traerlo para que no se perdiera el espectáculo. Todos los años ha asistido y este año no podía ser menos teniendo en cuenta que su yerno es uno de los jugadores revelación.

Los saludo y les hago sitio de inmediato. Eso sí, en cuanto mi padre se sienta a mi lado le pregunto si se ha tomado las pastillas. Aunque esté fuera de casa más de lo que me gustaría, siempre me aseguro de estar muy pendiente de él.

Solo me falta Atenea para poder sentirme plena, pero por desgracia la hemos tenido que dejar a ella y a Zeus a cargo de Nina, la enfermera que contraté para que atendiera a mi padre. Siempre se ofrece a cuidarlos cuando nosotros estamos fuera, le encantan los animales.

Diez razones para romper las reglas ✔️ COMPLETA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora