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SEB

He sentido cientos de veces odio hacia mi padre, pero jamás con tanta intensidad como lo estoy haciendo en estos momentos, tras escuchar todo lo que me ha contado Mara.

Me hierve la sangre saber que se atrevió a caer tan bajo como para chantajearla con destapar nuestra relación y arruinar su futuro, pero lo que más me duele es que ella no quería contármelo para que nuestra relación no terminara de romperse y no tuviéramos un enfrentamiento.

Ya es tarde para eso, porque ese hombre no merece llevar el título de padre. Siempre le quedó grande y después de lo que ha hecho, para mí ya no significa nada.

Mara es tan buena, tan maravillosa, que ha estado llevando en secreto esta carga con tal de no hacerme sufrir y odio no haberme dado cuenta antes, porque verla llorar me resulta insoportable.

Le he prometido que no actuaría impulsivamente y esa es la única razón por la que no estoy ya en el aeropuerto, esperando para tomar el primer vuelo que salga. En el fondo, sé que es mejor así porque actuar en caliente solo provocaría que acabara partiéndole la cara. Está tan enfermo que hasta se confabuló con los papparazzi para que nos espiaran y estoy seguro de que tuvo que ver con la campaña de acoso que Mara recibió en redes sociales.

—Siento mucho que tuvieras que pasar por eso, tendría que haberme imaginado que haría algo así. Maldita sea, debía avisarte...—me lamento, con amargura.

—Eh, nada de esto es culpa tuya Seb. Él es el único culpable, pero no le dejaremos ganar, ¿me oyes? Le demostraremos que no nos importan sus amenazas —me tranquiliza, ahuecando mis mejillas y besándome en la mejilla.

La atraigo hacia mí para unir nuestros labios como es debido. Que le den a Daniel, a la prensa y hasta a los ojeadores. Solo me importa ella.

—Lleva amargándome la vida desde que tengo uso de razón, pero se acabó. Para mí ya no existe —sentencio. Me alegra que mi madre haya decidido sacarlo de nuestras vidas, porque no estaba dispuesto a seguir compartiendo el mismo espacio que él.

En cuanto volvamos a casa será historia. Pero mientras tanto, tenemos que volver a la celebración. Tiene que haberse montado un revuelo impresionante, supongo que las redes sociales estarán ardiendo ante la noticia de la renuncia de Mara.

Rick me ha llamado varias veces, pero no he contestado porque estoy un poco cabreado con él por no haberme contado la verdad, aunque sé que tenía buenas razones. Más tarde hablaré con él.

Mía me ha mandado varios mensajes y hasta Steph me ha escrito, preocupado. Todo el mundo nos está buscando, así que será mejor que volvamos antes de que les demos todavía más de qué hablar.

Si fuera por mí, subiría a esa tarima y anunciaría lo nuestro a bombo y platillo, pero no quiero meterla en más problemas de los que ya tiene.

—Será mejor que regresemos, todos se preguntarán dónde estamos —repone ella, con sensatez. Asiento, de mala gana al pensar que voy a tener que mantener la distancia ahí fuera cuando me muero por besarla hasta que los dos perdamos la razón.

—Sí, vamos. Antes de que Mía venga a por nosotros y nos lleve a rastras —bromeo, para aliviar la tensión. Ella se ríe y se pasa las manos por la cara, intentando recomponerse para disimular un poco el llanto.

Joder, está más guapa que nunca si es que eso es posible.

—Sí...—vacila y me mira de soslayo, antes de soltar lo que la lleva carcomiendo desde hace tiempo —. Siento habértelo ocultado, Seb. Sé que te prometí que no habría más secretos entre nosotros y tenía intención de cumplirlo, pero...

Diez razones para romper las reglas ✔️ COMPLETA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora