SEB
Tengo que reconocer que la charla de ayer con Mara me vino bastante bien. Y ya no solo para desahogarme -que lo necesitaba, porque estaba a punto de volverme loco- sino también para tener otra perspectiva del asunto.
Admito que al principio me sentí como un niño regañado y me molestó lo que me decía, porque pensaba que no me entendía, pero pensándolo con cabeza fría he visto que también tiene su parte de razón. A veces me dejo influenciar por Daniel y me presiono demasiado.
Estuve a punto de contarle la verdad sobre el ojeador, pero al final me dije que lo mejor era esperar. No es seguro que vayan a querer ficharme y prefiero asegurarme antes de contárselo a nadie. Nunca me ha gustado alardear.
—Rick, ¿estás ocupado? —llamo y doy un par de golpes con los nudillos a la puerta de su habitación. Necesito que me haga un favor.
—No, pasa.
Al entrar me lo encuentro recién salido de la ducha y perfumado. No tardo en reconocer esa mirada. ¿Irá a volver a tener otra cita? Por lo que me contó, le fue bastante bien. Aunque no dio muchos detalles.
Tampoco es que hayamos hablado mucho. El trabajo en la empresa consume la mayor parte de su tiempo.
—¿Vas a salir? —le pregunto, sin poder contener mi curiosidad.
Me da la impresión de que estaba esperando a que le preguntara y eso me hace pensar en lo solo que ha estado mi tío durante mucho tiempo. Daniel jamás ha sido un hermano decente para él, siempre se ha dedicado a criticarlo y menospreciarlo. Estoy seguro de que esa fue la principal razón por la que se marchó. No soportaba tenerlo cerca ni un minuto más y no lo culpo por ello.
—Sí, me han invitado a cenar esta noche. ¿Qué tal me queda la camisa? —me pide opinión y si no lo conociera y supiera de su gran fama de mujeriego, pensaría que está nervioso.
Sonrío.
—Perfecta para conquistar a tu cita. ¿Vas a decirme ya su nombre? —le sonsaco. La verdad es que me pica la curiosidad. A lo mejor hasta la conozco.
Pero parece que de momento no está por la labor de soltar prenda.
—De momento me lo reservo. Pero si las cosas van bien esta noche te hablaré de ella —asegura, antes de cambiar de tema. —Ahora dime, ¿adónde quieres que te lleve?
No puedo evitar reírme por lo bien que me ha calado. Me conoce de sobra.
—Bueno, es el cumpleaños de Charles y esperaba que pudieras acércanos a Mía y a mí al centro. Iría en mi coche, pero como estoy castigado y todo eso...—me quejo, frustrado.
Llevo toda la semana sin poder usarlo porque me confiscó las llaves y como esto dure mucho voy a subirme por las paredes. Siempre he sido muy independiente y odio tener que pedir favores, aunque sé que Rick lo hace encantado no me gusta tener que molestarlo y más cuando tiene una cita. Pero el coche de Mía está en el taller - otra vez - y tampoco quiero que Stephen venga a recogernos porque sé que Daniel le haría el tercer grado y paso.
—Claro, yo os llevo. Además me pilla de camino —se ofrece sin poner ninguna pega, tal y como me imaginaba.
—Te lo agradezco, no sé qué haría sin ti —le digo, medio en broma; medio en serio.
Los dos nos reímos mientras bajamos las escaleras para encontrarnos con Mía, que milagrosamente ya está lista y nos espera en el vestíbulo, charlando con mi madre. Por suerte, a ella le parece bien que salgamos y no nos va a dar ningún sermón.
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Diez razones para romper las reglas ✔️ COMPLETA ©
RomanceUn deporte para muchos; una pasión para ellos. Con tan solo veintiún años Sebastian Allen es una de las estrellas más reconocidas del fútbol americano. Lo tiene todo para despegar, si no fuera por la fama de mujeriego y juerguista que le precede...