Capítulo 22

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Los ojos de Marceline estaban hinchados y parecía haber salido de una madriguera por la manera en la que su cabello estaba despeinado, se notaba que también le había afectado enterarse de como habían sido las ultimas horas de vida de Kathe, y nadie la culpaba, podría estar segura de que ella vio mucho mas de lo que me dijo, no quiero ni imaginar que tipo de documentos explícitos había en el expediente del caso de Kathe.

—¿Por qué de repente ustedes dos están juntos todo el tiempo? —parecía calmada, y por su comentario, muy analítica.

—Coincidencias de la vida —dije.

Darío no pronunció una palabra y desapareció de nuestra vista en menos de un segundo.

—Tengo algo que contarte, vamos a tu habitación —prácticamente la jalé hasta su cuarto.

Una vez la puerta estuvo cerrada procedí a decirle todo lo que había hecho después de su llamada, desde ir a la casa de Kathe, hasta el espionaje barato por parte del progenitor de Kathe. Marceline estaba callada y muy concentrada en mis palabras.

—¿Tu crees que el señor Márquez tuvo algo que ver con la muerte de Kathe? —dijo Marceline cuando acabe de hablar.

—Era su padre, ¿quien en su sano juicio pensaría en matar a su propia hija solo porque esta siendo acosado junto con su amante por su retoño? —no cabía en mi cabeza que algo así fuese posible.

—Oh, creeme Alexis, cuando una persona esta loca y solo piensa en su bien, asesinar a tu propia hija no es trabajo difícil, en la mayoría de los casos los familiares mas cercanos son los culpables —me aseguró Marceline caminando de un lado a otro.

Parecía imposible, pero ella tenía razón, cuando había motivos o cuando el asesino no presentaba sentimientos en lo absoluto eran capaces casi de cualquier acto despiadado.

—Aun así hay muchas cosas que no encajan, como las fotos de Erick y Kathe, es mas que obvio que fue enviada por alguien que tenía sentimientos románticos por Kathe —mi amiga dejó de caminar de un lado a otro como normalmente hacía, no me di cuenta ni siquiera cuando comenzó a dar vueltas por la habitación.

—¿Y si el asesino no fue quien envió las fotos?

Marceline solo puso una nube gris en mi cabeza haciendo menos claras mis ideas, si ella tenía razón y el asesino no fue quien envió las fotos, solo nos encontrábamos siguiendo un rastro falso de alguien que solo quería burlarse de mi difunta amiga.

—Ahora mismo lo único que sé es que esa persona esta muy loco o loca, podría asegurarte que fue alguien sin humanidad que probablemente no siente remordimiento.

Alguien tocó la puerta y las dos dimos un brinco.

—Marcela, ya es hora de comer, invita a Alexis —la madre de Marceline gritó a través de la puerta.

Estaba a punto de negarme cuando Marceline puso una mano en mi hombro y dijo en voz baja:

—Quedate.

Al final me quedé a comer, la mirada de Marceline me imploraba que no me fuese, después de lo que habíamos descubierto del asesinato de Kathe, comenzaba a valorar mas el tiempo con la gente que amaba, además mi amiga tenía una mirada de cachorro herido muy buena.

Unos minutos después estaba en la mesa de los Caruso, nunca había visto al padre de Marceline y Darío, era un hombre tan alto como Darío, pelo casi rubio y de ojos color marrón, tan parecido a Darío que podría hacerse pasar por su hermano con facilidad, claro, si no fuese por las arrugas en su rostro.

—Hace mucho que no te veía, Alexis —me dijo el señor Caruso de repente.

¿Como era que me conocía? Yo ha él nunca lo había visto.

Las Mentiras De KatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora