Capítulo 23

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Estando en casa no podía dejar de mirar el reloj, el tiempo parecía no avanzar y mi nerviosismo aumentaba cada vez que revisaba la hora. Me moría de miedo y al mismo tiempo quería que ya fuesen las 8 para poder ver si Fabiola se reunía con el padre de Kathe, y si era así quería escuchar de lo que hablarían.

Marceline me llamó, la conversación no duró mucho, creo que se dio cuenta que le ocultaba algo pero no pregunto directamente, después de asegurarle que todo estaba bien colgué. El sol se ocultó y me di cuenta de que todo lo que estaba planeando sería ejecutado en la oscuridad, ni siquiera lo había pensado, estaba tan distraída que no me había dado cuenta de que la oscuridad aparecería y además de hacerme un favor ocultándome, también sería mi enemiga, no era seguro caminar por las calles oscuras para una chica, y menos cuando había un asesino del cual no estaba segura si estaba siguiendo o por el contrario, él me seguía a mi y solo estaba yendo detrás de mi propia cola.

Sin pensarlo mucho salí de casa antes de las 8 gritándole a mi madre que iría a la tienda y que volvería en un par de minutos, caminé por las calles mas transitadas todo lo que pude, cuando solo quedaban un par de cuadras para llegar a los apartamentos donde vivía Fabiola, miré mi teléfono para ver la hora.

7:47 PM

2 mensajes de Darío.

La oscuridad de la calle que era atenuada por un poste de luz a la distancia me hacia pensar en todas las cosas malas que me podrían ocurrir, aun así no tenía otra opción, si quería descubrir que papel jugaba Fabiola Alcázar en el asesinato de mi amiga tenía que quedarme a ver. Estaba mas alerta que nunca y mi mirada viajaba de un lado a otro registrando cualquier movimiento en la calle poco transitada.

Encendí mi teléfono de nuevo, 7:49 PM y un mensaje mas de Darío, ¿acaso el tiempo transcurría mas lento solo para burlarse de mi?, ¿que era lo que decían los mensajes de Darío? no tenía idea, no quería ni leerlos, eso solo me pondría mas nerviosa de lo que ya estaba, además de que me distraerían por completo, ya había decidido no contestarle, pero si no hacía algo me volvería loca en medio de la peligrosa oscuridad que me rodeaba, y ese algo fue poner el número de Darío en marcador rápido, tal vez no tendría la oportunidad de llamarle si algo ocurría, pero al menos esa acción me ayudaba a tranquilizarme un poco.

Los minutos pasaron lentamente y por fin eran las 8, para mi mala suerte la cita de Fabiola era impuntual, ahora tendría que esperar mas en la incertidumbre que me causaba estar enfrente del apartamento donde Fabiola vivía.

Apenas mis pensamientos se habían dirigido al área de sinónimos de malas palabras para la persona que se reuniría con Fabiola, un auto con las luces bajas se estacionó a un par de coches de donde yo estaba, me agaché lo mas rápido que pude y traté de ocultarme tras un auto, el recién llegado apagó el auto y una luz se encendió dentro de su auto, definitivamente era luz emitida por un teléfono ya que no era muy fuerte y no podía distinguir a la persona.

La luz no duró mucho tiempo prendida y casi al instante de que la persona en el auto la apagara Fabiola apareció en la escena, no pude verla con claridad, pero era innegable que era Fabiola, subió al auto y gracias al poste de la luz que estaba a sus espaldas podía ver sus siluetas interactuando, el hombre, porque era mas que obvio que era un hombre, trató de besar a Fabiola pero ésta lo evitó contundente, parecía estar tan enojada como lo estaba al teléfono.

Ya que no podía escuchar nada caminé a cuclillas para estar mas cerca, como pato. Aun no podía escuchar nada y eso me estaba desanimando por completo.

De repente una mano tapó mi boca y al instante sentí como caía contra el pecho de alguien.

—Soy yo, Darío —mi corazón volvió a latir, su voz me tranquilizó al instante.

Las Mentiras De KatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora