Capítulo 37

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ALEXIS

Todo se sentía irreal, en aquella habitación con paredes de tierra la luz amarilla giraba y me mareaba, me dolía cada célula del cuerpo, ya no quería seguir respirando, el sabor a sangre en mi boca me provocaba nauseas, aun así no podía vomitar, no tenía fuerzas para eso, apenas si podía abrir los ojos.

Leonardo parecía haberse convertido en el diablo sobre la tierra, se estaba encargado de hacerme desear la muerte, me había golpeado tanto que ya no sentía la cara, solo podía escuchar el latido de mi corazón, había sangre por todas partes, el pica hielos en mi pierna había sido un punto de diversión para Leonardo, cada que se le daba la gana lo movía sin piedad para poder apreciar el dolor en mi rostro.

—Después de matarte a ti, mataré a toda tu familia, nadie sospecha de mi, esta mañana he estado en la estación de policías y todos parecían tratarme como otra persona que solo busca ayudar a encontrar a la pobre niña desaparecida —se burló con la sonrisa de superioridad que lo caracterizaba pegada a la cara, esa misma sonrisa la había visto antes en clases, incluso cuando Kathe estaba viva, él le sonreía de la misma manera a mi amiga, ahora se lo que se siente tener esa sonrisa frente a ti justo antes de que te maten, la pesadilla que Kathe vivió, ahora la estaba viviendo yo.

—¿Como... —quise preguntar con todo el esfuerzo del mundo— es posible? —mis ojos pesaban y solo quería desaparecer para que ya nada doliera.

—¿Como es posible que?, ¿que nadie haya podido atraparme?, ¿que mate gente para librarla de sus pecados? —quería saber la respuesta de todas las preguntas que había formulado por mi, pero sabía que la respuesta vendría solo si deseaba matarme, ¿por qué confesarle tus crímenes a alguien a quien dejaras libre para que vaya y le cuente todo a la policía?

—No lo sé, ¿acaso tu puedes explicar que te haya sido asignada una tarea o que seas el indicado para hacer algo que los demás no pueden hacer?, claro que no puedes, solo sabes que tienes que hacerlo y ya, esa es la razón por la que mato, porque tengo que acabar con el tipo de persona descarada e indecente que va por la vida manchando todo a su paso, y porque me gusta ver como la suciedad puede desaparecer en mis manos, además, me encanta ver el sentimiento mas puro expresado por una persona, el dolor, nadie podría fingirlo de tal manera en la que puedas engañar a alguien como yo, es ahí cuando ves la sinceridad de una persona —el egocentrismo era lo único que lo gobernaba, hasta alguien moribundo como yo se daría cuenta, este hombre solo era fiel a si mismo—, y si quieres hablar de por que no me atrapan, es sencillo, soy más listo que cualquier policía, no dejo huellas y siempre limpio el lugar donde acabo con ellas.

¿Habían habido mas?, la sangre se me heló al imaginar a mas chicas sufriendo el mismo tormento que Kathe había sufrido antes de morir, aun que no tenía que imaginarlo, lo estaba viviendo de primera mano, mi pesadilla se haría realidad, iba a morir y mi familia estaría destrozada, ni siquiera podrían abrir el ataúd gracias a la golpiza que Leonardo me había propinado, y lo que mas me dolía, la promesa que le había hecho a Kathe de atrapar a su asesino no la cumpliría, todo lo que habíamos hecho Marceline y yo no serviría para nada.

Un nudo en la garganta se formó al pensar en Marceline, ya había perdido a una amiga, y ahora perdería a otra, no era justo que la vida nos tratase así, no era justo que un ser humano disidiera si debías vivir o no, pero esta ya se había convertido en tierra de nadie, donde cualquiera podía hacer lo que quisiera mientras fuese lo suficientemente listo para cubrir su mierda.

Tal vez dejar este mundo no era tan malo, siempre quise dejar la maldad y avaricia atrás, la muerte podía otorgarme ese deseo, solo tenía que rendirme, dejar de luchar con el sueño que me merodeaba.

—No lo creo —dije con dificultad—, no creo que seas listo, una estúpida adolescente como yo casi te atrapa.

Tardé para escupir las palabras, pero cuando terminé de hacerlo Leonardo lanzaba fuego por los ojos, había golpeado su ego tan fuerte como él me golpeó a mi.

Las Mentiras De KatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora