Luces rojas y azules iluminaron el Bar y no hubo escapatoria para nadie en aquel lugar, el cantinero había llamado a la policía después de que Marceline volara por los aires gracias a Fernando.
—Van a tener que acompañarnos, señoritas —alegó uno de los policías mientras sus colegas hablaban con el cantinero chismoso.
—Nosotras solo nos defendimos, él fue el imbécil que nos atacó —nos justificó Marceline mientras apuntaba a Fernando al otro lado del lugar, el baboso no se había salvado de los golpes y ahora también tenía un moretón en el ojo.
—Eso lo pueden explicar en la comisaría, nosotros solo acudimos porque el cantinero reportó una pelea —Marceline y yo no dijimos nada mas y nos subimos a la patrulla, nunca había estado en la parte trasera de una, y estarlo no me preocupaba, pero a la que si le afectaba de sobre manera era a Marceline.
Mi amiga tenía una cara de espanto colosal, se notaba que estaba asustada por toda la situación en la que nos habíamos metido, y no la culpaba por eso, si a Fernando se le ocurría decir que Marceline y yo habíamos entrado a su casa sin permiso hace una semana, y que después lo habíamos estado siguiendo estábamos perdidas, si nos escapábamos de una correccional de menores o una multa, no lo hacíamos de nuestros padres y el asesino por estar investigando el asesinato de Kathe.
Al llegar le contamos lo sucedido en el bar a un policía, quien nos pidió entregar nuestras pertenencias para después llevarnos a una celda vacía.
—Estamos jodidas, ahora llamarán a nuestros padres y de esta no saldremos vivas —vociferé dando vueltas de un lado a otro en la pequeña celda gris en donde nos habían dejado, después de un rato de meditar sobre toda la situación había comenzado a entrar en pánico. Por suerte no había mas personas detenidas, todos los que habían llegado con nosotros se habían ido tan rápido como pudieron pagar la fianza, apenas si habían tocado el suelo de la celda. Ahora teníamos de vecino a un señor dormido que despedía un olor a borracho que se podía detectar a kilómetros.
—En realidad solo llamarán a mi hermano, estoy segura de que puedo convencerlo de que no le diga nada a nadie sobre este asunto —cuando nos estaban pidiendo información de lo ocurrido también nos pidieron un número para llamar a nuestros padres o tutores, la única que pudo dar esa información fue Marceline ya que yo no tenía teléfono y no me sabía ningún número de memoria, la tecnología solo nos estaba haciendo inútiles a situaciones de vida o muerte como esta.
—Esperemos que sea así, sino estamos acabadas —murmuré mirando a Marceline quien se encontraba en un rincón abrazándose a si misma mientras trataba de no tocar ni un poco la celda que nos encerraba.
—Oye Marceline, ¿como hiciste para poner los ojos así de llorosos mientras fingías ser la novia engañada de Fernando? —le pregunté después de cinco minutos de silencio donde mi cerebro divagaba esperando a que apareciera el hermano de Marceline.
Mi amiga sonrió por primera veces en todo lo que llevábamos de la tarde y dijo:
—El olor a cigarro me irrita la nariz muy fácilmente, en realidad estaba tratando de no estornudar en todo momento mientras fingía frente al cantinero —una carcajada que resonó en las celdas mayormente vacías se me escapó sin querer.
Quien hubiera dicho que confundí una de las alergias de Marceline con talento de actuación.
Nos reímos un rato y cuando el borracho de la celda de al lado se despertó descubrimos que no era una mala persona, solo había decidido dormir en un espació publico después de emborracharse casi hasta el coma etílico, el nos dijo su nombre y nos aconsejo no beber mientras intentaba parar el hipo que lo atacaba, de lo mas normal cuando estas en la cárcel un martes por la tarde.
ESTÁS LEYENDO
Las Mentiras De Kathe
Teen FictionSolo era una fiesta en la hacienda de los padres de Erick, pero el cadáver de Kathe apareció súbitamente ante los ojos de todos a la mañana siguiente. ¿Quién la mató? La pobre Kathe nunca abría hecho daño a nadie, ¿por qué alguien querría matarla? A...