Ana condujo hasta el hospital al que Marceline me había dicho por mensaje que habían llevado a su hermano, la noche era fría, aun así el suéter que usaba era suficiente para mi, en este momento solo podía pensar en el bienestar de Darío.
—Escúchame bien Alexis —dijo mi hermana antes de llegar al hospital—, no tardaré mucho en hacer lo que tengo que hacer, no te daré mucho tiempo ahí dentro, así que en cuanto esté aquí te llamo y sales para irnos, ¿entendiste?
Estaba a punto de reprochar, pero Ana fue mas rápida.
—No, si mis padres se enteran que salimos por la madrugada nos mataran a las dos, no me voy a arriesgar —me amenazó.
Ana estaba siendo una total ridícula, estaba a punto de ser madre y seguía temiéndoles a nuestros padres, ¿que podrían hacerle a ella si nos atrapaban?, ¿no prestarle el auto en lo que le quedaba de vacaciones para hacer las compras de la casa? Al final de cuentas era todo lo que hacía mi hermana desde que llegó.
—No seas dramática Ana, la única que tendrá consecuencias reales si nos descubren soy yo, relajate —le dije haciendo ademán de abrir la puerta.
—Te lo advierto, si cuando llegue a recogerte te niegas a venir conmigo le diré a mis padres que escapaste en su auto y que yo vine a por ti en taxi —mis ojos solo podían ver a la perra traicionera en la que se había convertido mi hermana.
—Lo que digas —me di por vencida negándome a pelear con Ana.
Bajé del auto después de que mi hermana quitara los seguros de las puertas y caminé lo mas rápido que pude dentro del hospital.
Los hospitales no eran mi lugar favorito, el olor estéril de los pasillos me daba asco y las personas siempre estaban tristes o preocupadas, la luz blanca contrastaba a la perfección con las paredes beige y blancas de todo el espacio que me rodeaba.
—¿Alexis? —la voz de Marceline me hizo notar su presencia y la de su madre.
La señora Caruso hablaba por teléfono con una cara de preocupación muy evidente, parecía concentrada y no me vio llegar, solo abracé a Marceline quien se encontraba sentada junto a ella.
—Creí que no vendrías, es muy tarde —habló mi amiga sorbiendo mocos.
—Tenía que venir, Ana no es muy buena cómplice, pero me ayudó a llegar hasta aquí, ¿como está Darío?
Marceline hizo una mueca de dolor y luego contestó:
—Lo están operando, dijeron que perdió mucha sangre pero que es joven y saludable, creen que se recuperara rápido.
Era un alivio escuchar eso, a final de cuentas Darío parecer estar mas saludable que cualquier chico de mi clase o incluso la escuela completa a la que iba.
—Le dispararon en el hombro cuando iba saliendo de la estación de policías, hay una cámara fuera de la estación, esperamos que se pueda identificar al agresor, mi padre esta resolviendo eso ahora mismo —continuó diciendo mi amiga.
—¿Crees que esto tiene algo que ver con el asesinato de Kathe? —casi susurré para que nadie nos pudiera escuchar.
—No lo sé, mis padres no me han querido dar más detalles del atentado a Darío, se mantienen tan callados como pueden.
Era normal que los padres no quisieran involucrar a Marceline en todo lo ocurrido a Darío, después de todo ellos creían que su hija no tenía nada que ver y no sabía nada sobre investigación policial y delitos que atentaban contra la vida humana.
—¿Por qué traes una maceta? —me miró intrigada al fin dándose cuenta de mi regalo para Darío.
—Se la robé a la vecina, las florearías no están abiertas a esta hora —me justifiqué como si fuese lo mas lógico del mundo.
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Las Mentiras De Kathe
Teen FictionSolo era una fiesta en la hacienda de los padres de Erick, pero el cadáver de Kathe apareció súbitamente ante los ojos de todos a la mañana siguiente. ¿Quién la mató? La pobre Kathe nunca abría hecho daño a nadie, ¿por qué alguien querría matarla? A...