Capítulo 29

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La casa de Rafael se encontraba a las afueras del pueblo vecino, definitivamente lucía como la casa de un estudiante, era pequeña y no había muchos muebles, o al menos eso se podía apreciar desde afuera.

—Aun no puedo creer que Darío me envió de niñera —protestó Kaori a mis espaldas.

—Cállate, alguien nos podría escuchar —dije enojada en un susurro.

—¿Quien nos va a escuchar?, se nota que por aquí no hay ni un alma, la casa esta más sola que madre soltera con baja autoestima —se quejó Kaori en voz alta.

—Eres un imbécil —lo insultó Marceline rodando los ojos.

—Si, eres un imbécil insoportable, ya entiendo por que tu novia te dejó —habló Darío a través de mi teléfono.

Logré convencer a Darío de dejarnos venir, pero no todo son buenas noticias, obligó a Kaori a que viniera con nosotras, y no conforme con eso exigió que lo mantuviéramos al tanto en una llamada todo el tiempo que estuviéramos en la casa de Rafael. Ésta mañana Darío salió del hospital y los padres de Darío y Marceline regresaron a trabajar, lo que quería decir que Marceline era libre de nuevo, ahora mismo Darío se encontraba en casa con Pedro su guardaespaldas y Paula la agradable señora que se había encargado de alimentar a Marceline mientras sus padres no estaban.

—Estas tocando puntos sensibles, Caruso —susurró Kaori con los dientes apretados, ahí había algo que de verdad le dolía.

—Ya dejen de pelear, necesitamos entrar en esa maldita casa y averiguar si Rafael es el asesino de Kathe —les hice callar exasperada.

Kaori se me adelantó, y situándose frente a la puerta de la casa sacó unas pequeñas herramientas de su bolsillo trasero, se puso la linterna en la boca y comenzó a introducir las ganzúas en la cerradura como un experto, quien diría que luciendo tan elegante y civilizado sabría abrir puertas con ganzúas.

Segundos después el sonido de la puerta abriéndose nos puso a todos en guardia, no sabíamos que era lo que encontraríamos adentro. Para nuestra sorpresa el lugar estaba más limpio de lo que una casa de un estudiante universitario debería estar. El piso no tenía ni una pizca de polvo, la cocina se encontraba limpia y no parecía que nadie hubiese comido ahí en mucho tiempo, la sala tenía el único sillón en su lugar junto con sus cojines bien acomodados y las puertas de los pocos cuartos estaban cerradas.

—¿Soy la única a la que le parece raro que todo esté tan bien ordenado? —pregunté en voz baja.

—¿Todo está limpio? —preguntó Darío al otro lado del teléfono.

—Si, no parece para nada que un estudiante viva aquí —le aseguró Marceline caminando hacia una puerta junto a la sala.

—Kaori, ¿a que huele? —Darío preguntó dejándome confundida. ¿Para que quería saber a que huele el lugar?, no es como que se pueda oler la sangre después de tantos días, ¿oh si?

—Tranquilo, no huele a lejía ni a nada que pueda darnos pistas de que limpiaron el lugar para que ningún forense encuentre evidencia biológica —exclamó Kaori haciendo que se me pusiera la piel de gallina.

Muchos asesinos suelen usar productos químicos que dejan olores fuertes para limpiar las escenas del crimen, ya que Kathe no parece haber sido asesinada en la hacienda de Erick, la escena del crimen puede estar en cualquier lugar, y me imagino que el asesino debió limpiar muy bien el lugar para no levantar sospechas.

Sin avisarnos, Marceline abrió la puerta a la que se había acercado, fue el movimiento más lento de la historia, y solo creó mas suspenso en un lugar que ya de por si era macabro.

Las Mentiras De KatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora