Solarballs//one-shots

"Dejenlo ir"

AU: Main AU
Ship: ninguno
Palabras: 957
Perspectiva: narrador omnisciente
Contexto: en mi AU fue un poco diferente la revolución lunar 😅

Es difícil pedir disculpas cuando sabes que estás en graves problemas.

La Tierra temblaba de frío mientras se esforzaba por llegar al cinturón de asteroides, lugar donde se encontraba su primogénito capturado.

Caminaba lo más rápido que podía, era difícil aguantar el frío que lo sofocaba en ese inmenso lugar.

Aun así tenía su meta fija, encontrar a su luna y detener la estupidez que estaba ocurriendo por su culpa.

Ya había llegado y todas las lunas estuvieron listas.

–veo que llegaste–

Dijo Titan, con su arma en mano y con la vista cansada, no se veía el mismo, parecía alguien diferente.

El arma de Titán es un bastón de metal con un filo en la punta, diseñada especialmente para él ya que era incapaz de usar las guadañas que usaba Saturno, su planeta.

La luna representante, es decir, la más grande de cada planeta, está en la obligación de aprender la técnica de batalla de su planeta.
En caso de Tierra los abanicos.
Marte la lanza.
Jupiter la espada.
Saturno la guadaña.
Urano el arco y flecha.
Neptuno el tridente.

Pero aun así existen lunas como Titan, que carecen de habilidad y deben buscar otra técnica.

–suelta a Luna–

Dijo Tierra, mirando seriamente a Titan.
Sus ojos buscaban donde podría estar su satélite, pero sin lograr tener respuesta.

–no tengo porque obedecerte–

Dijo el de cabello verde, mientras levantó su bastón y la apuntó hacia el planeta, haciendo que otras lunas levantaras sus armas o en su defecto asteroides.

Tierra estaba molesto y a su vez nervioso su vida estaba en peligro y a la vez la de su hijo.

–¿donde está?–

Preguntó Tierra, sin inmutarse por la reciente amenaza.

Titán sin embargo no respondió y solamente volteó a mirar a su derecha, Tierra también hizo esto y logró ver a Luna en el suelo, sujetado por dos lunas, con su máscara y abanicos en el suelo rotos.

–¿que le hiciste?–

Preguntó Tierra algo alterado, su hijo no era fácil de vencer ni mucho menos se rendiría fácil.

–digamos que nos enfrentamos en un duelo justo–

Dijo Ganimedes, con una sonrisa arrogante, guardando su espada.

–no tienen razón alguna para lastimar a mi luna, el no tiene la culpa de mis errores–

Dijo Tierra ya algo harto sacando su abanico para tener posibilidad de defenderse.

–no, pero si está de tu lado–

Dijo Europa, acercándose a la Tierra con un asteroide en la mano, preparada para lanzarlo en el momento indicado.

–déjenlo ir y resolvamos esto de manera justa–

Dijo Tierra, viendo a su hijo intentando librarse pero sin obtener resultado.

–no nos arriesgaremos a que vuelva a arruinar nuestro plan–

Respondió la Luna galileana, con algo de obviedad, un tono que resultó molesto para el planeta.

–no estoy preguntando–

Dijo Tierra molesto, ya por fin optando una posee de pelea, alarmando a las lunas.

La mayoría se acercaron aún más y se prepararon para el ataque, el el momento en que Titan alzara su bastón sería el momento de acabar con la vida en la Tierra.

Luna sintió como lo soltaron, pues las lunas que estaban ahí se habían ido para apoyar a Ganimedes y Titan.

–mis abanicos...–

Dijo Luna en un susurro, sin saber cómo defender a su padre sin que ninguno resulte herido, el arma que tenía estaba destrozada y no tenía más opciones viables.

–baja el arma si no quieres terminar peor–

Dijo Ganimedes, era evidente que a pesar de que Tierra fuera más fuerte que ellos, sus abanicos no resistirían el ataque dejándolo desarmado en cualquier momento.

Tierra no respondió a esto y solo tomó aire, preparándose para cualquier cosa.

Titan levanto una ceja y sin previo aviso alzo su bastón, las lunas vieron esto y comenzaron el ataque.

Tierra comenzó a defenderse como pudo hasta que sintió como su abanico se rompió.

–carajo...–

Susurró Tierra, sintió desesperación, no podría salvar ni a su creación ni a su hijo. ¿Que clase de planeta era?

El planeta cerró los ojos y aceptó su destino, pasado algunos segundos se extrañó al no sentir ninguna herida. Abrió los ojos y pudo ver a su hijo.

–mi planeta dio una orden–

Dijo Luna en un susurro.

El pequeño estaba defendiendo a su padre con un bastón negro, en su punta tenía la forma de la luna menguante, la cual más que forma era cuchilla camuflada.

–¿quien lo dejó escapar?–

Preguntó Europa molesta, mirando hacia la dirección donde se suponía estaba Luna.

–¡detengan el ataque!–

Grito Ganimedes, alzando su mano, sabía que sería difícil atacar sabiendo que ahora Luna estaba libre.
Todas las lunas pararon y se quedaron en silencio, esperando algún comentario o razón para volver a empezar.

Luna se detuvo y se acercó a su planeta, aún con el arma empuñada. Para nadie era secreto que tenía buenos reflejos y que sería difícil hacerle daño a la Tierra con él defendiendo.

–no sabía que aún guardabas esa arma...–

Dijo Tierra en un susurro, recordando cómo esa era el arma que Theia usaba y la primera que Luna usó en su vida cuando empezó a entrenar.

–a pesar de todo sigue siendo útil– dijo el satélite– será mejor si pides tus disculpas ahora de lo contrario no se detendrán–

El pequeño satélite, miró a su padre, quien suspiró y tomó valor.

–escucha Titan, solo vine para pedir disculpas...para que seas capaz de perdonarme–

Dijo el planeta con algo de inseguridad, ya que las disculpas tal vez no las acepten.

Aquello que dijo Tierra, sorprendió a Titan, quien bajó el bastón y se quedó mirando a Tierra.

–habla ahora, tienes tres minutos–

Dijo Titan.