La mañana siguiente no siente las piernas, y ese día tiene otro entrenamiento con Jungkook. No sabe muy bien cómo lo hará. No sabe si rendirá lo suficiente como para no recibir un pelotazo en las piernas.
Camina con dolor por la facultad, aún recibiendo felicitaciones por su victoria en, según lo que ha escuchado, el mejor partido de la inauguración. Se cruza dos veces con Jungkook en los pasillos de la universidad, y lo único que consigue es una mirada de lado y una extraña sonrisa malévola. Está seguro que esa noche de entrenamiento lo asesinaría.
Toca uno de los pianos de las salas de prácticas durante horas, expresando todo su interior en la melodía. Cierra los ojos, dejándose llevar con sus emociones, expresando muchísimo más de lo que su boca puede. Su amor por el tenis es grande, pero por el piano es algo que siempre lo acompañó, desde el primer momento que asistió con sus abuelos a ver una obra de teatro donde el pianista lo dejó sin respiración. Fantaseaba con tener un piano, mientras que en las navidades lo único que recibía eran pelotas de tenis. Hasta los ocho años, cuando su abuelo, sin la autorización de sus padres, instaló un bellísimo piano de pared en su habitación, y jamás volvió a soltar sus teclas. Porque puede que el tenis haya sido su primer amor, pero el piano es el amor de su vida.
Se desconcentra al escuchar un carraspeo y esboza una sonrisa al ver a Hoseok, quien apoya su cuerpo en el marco de la puerta para aplaudir. Toma su bolso con rapidez para moverse hasta su amigo. El contrario le da unas palmadas en la espalda al salir de la sala de prácticas y emprenden su camino hasta las canchas de tenis. Ese día, aparte de su entrenamiento con Jungkook, también había accedido a jugar un rato con Hoseok, quien había pasado la primera ronda de competencias exitosamente.
—¿Qué pasaría si tenemos que jugar en contra? —pregunta Taehyung mientras suelta el bolso en algún punto de la cancha de cemento—. Me daría mucha lástima ganarte.
Hoseok rueda los ojos, para después dar un empujón con su hombro a Taehyung.
—¿Piedra, papel o tijera? —continúa el chico, refiriéndose a quien comienza la partida.
Sólo que no logra conseguir la atención de su amigo, porque este se encuentra demasiado concentrado en fulminar con la mirada a alguien que observa desde las gradas.Taehyung vuelve su atención hasta ese punto y rueda los ojos al ver a Jungkook, reclinado en el asiento, comiendo una manzana verde con parsimonia. El pelinegro esboza una sonrisa ladeada para después saludar a los amigos con la mano, con cierta burla en este.
Hoseok es rápido en estirar su dedo medio hasta el chico.
—Simplemente ignoralo —dice Taehyung, jugando a equilibrar el mango de la raqueta en el centro de la palma de su mano—. Pretende que es una planta.
—De las venenosas —replica Hoseok con irritación—. Comencemos está mieda —se decide, dando pasos a Taehyung—. El primero que gane en piedra, papel y tijera, saca.
Taehyung asiente rápido, mientras esconde su puño tras la espalda. Hacen una cuenta regresiva y sacan sus figuras elegidas. Hoseok suspira al ver la tijera en la mano de Taehyung y el papel en la suya.
El rubio esboza una adorable sonrisa para después hacer un ademán con su mano, fingiendo cortar su cuello con un «cuchillo». Su amigo suelta una fingida risa irónica, para después trotar hasta la línea y esperar el poderoso saque de Taehyung.
A la distancia, Jungkook se inclina en su asiento al ver a uno de los jugadores comenzar la partida con un saque demasiado bueno. Analiza la postura, movimiento y agilidad del rubio a la hora del saque, y no puede evitar sorprenderse por el cambio en tan solo una sesión de entrenamiento. Si seguía presionado de la misma forma, prontamente tendría un competidor lo suficientemente decente como para darse el tiempo de ir a ver sus juegos.

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Match point | JJK & KTH
FanfictionTras una lesión que lo aparta del tenis, Jungkook se encuentra en una encrucijada, alejándose del deporte que una vez amó. Taehyung, decidido a superar su doloroso pasado con su exnovio Sunwoo, busca la guía para convertirse en un tenista formidable...