Capítulo 40: La final

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El estadio nacional es iluminado por las últimas gotas de sol que los rodean y los espectadores se acomodan en sus asientos para ver un gran espectáculo. Taehyung baja su mirada para tomar una larga inspiración por lo abrumador que puede ser ver la mayoría de los asientos del recinto ser ocupados por personas que lo apoyan a él o a Sunwoo.

Observa a su madre, quien se encuentra acompañada de Minho, Jungkook, y los padres de Jungkook.

Obviamente su padre no puede ser partícipe de un juego mediocre.

Los saluda cortésmente con la mano, sintiendo la adrenalina recorrer sus venas. Jungkook guiña su ojo, igual de nervioso que él. Lo ve levantarse del asiento y caminar hasta las escaleras de los costados. Taehyung se mueve de inmediato hasta él, con las piernas temblorosas y sus manos sudando con escándalo.

—Namjoon se encuentra al frente —dice Jungkook, mientras señala todos los apoyos emocionales de Taehyung—. Seokjin está al costado de mi madre. Tus amigos están al frente de nosotros. Estamos todos aquí, ¿está bien?

Taehyung sostiene su mirada de pánico en Jungkook, completamente agitado por la ansiedad que lo azota mientras espera el primer juego. Sunwoo aún no hace acto de presencia en la cancha, lo cual agradece, porque no ha logrado enfocarse correctamente para no saltar a asesinarlo por el daño a su novio y también a él.

—¿Qué pasa si no gano? —jadea Taehyung con pánico en su voz—. Jungkook, ¿qué pasa si no gano?

Jungkook observa durante unos segundos al contrario, sintiendo el nerviosismo cosquillear con fuerza todo su organismo. Y no sabe muy bien qué responder, porque para él, no ganar no es algo mísero. Es lo peor que te puede pasar. Sin embargo, dice lo que a él le hubiese encantado escuchar en su niñez:

—Los aviones seguirán volando, la vida continuará y yo te seguiré amando.

Los dedos de Taehyung se aferran con fuerza a la muñeca de Jungkook, buscando consuelo cuando lo ve aparecer en la cancha. El miedo que lo ataca no es normal y, lamentablemente, ese es el mismo pánico que solía sentir cuando se encontraba con él. No puede evitar sentir lástima por sí mismo ante la reacción que su cuerpo saca a la luz cuando esa cabellera y sonrisa altanera hace presencia.

Y una llama de ira se enciende en su estómago.

—Destruiré a ese hijo de puta y, mientras se encuentre sangrando, vendré a besarte para celebrarlo. ¿Me escuchaste? —masculla Taehyung con decisión.

Jungkook esboza una sonrisa cargada de orgullo, para decir:

—Ese es mi chico.

El árbitro del partido y los jueces se acercan a la cancha para comenzar con las clásicas instrucciones antes del juego final. Taehyung no dirige su mirada en ningún momento a Sunwoo, ya que lo único que se dedica a escuchar son las voces contrarias para acallar un poco el odio que nace en su interior. Aunque, cuando es hora del saludo de los tenistas, esboza una linda y amable sonrisa, para tender su mano al contrario y decir:

—Buena suerte.

Sunwoo arruga sus cejas, resoplando una risa y, con la poca clase que siempre tuvo, tan solo choca flojamente su palma con la mano de Taehyung y replica:

—La buena suerte es para los perdedores como tú. El éxito es para la gente como yo.

Taehyung vuelve a esbozar la misma sonrisa, para dar media vuelta y comenzar a caminar hasta su línea de juego.

Toma una larga inspiración mientras golpea sus muslos y brazos, buscando despertar sus músculos para la acción. Agita sus piernas y mueve su cabeza de un lado a otro, estirando estos. Y, cuando se encuentra listo para comenzar, hace el gesto de Jungkook que siempre hizo a Sunwoo enfurecer; besa la red de la raqueta y la hace girar en sus manos.

Match point | JJK & KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora