Capitulo 1

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Solo soy una simple persona.

Mi nombre es Han Jisung, era un buen hijo, nací en un lugar donde mi papá y mi mamá me querían, pero de un momento a otro, dejaron de hacerlo.
¿La cuestión?
Fui perdiendo la vista hasta dejar de ver colores y rostros, y mi mundo se volvió completamente negro.

Fue exactamente el día que cumplí los 7 años, un martes 31 de diciembre, tuve un sueño muy triste, donde todos a los que conocía me dieron la espalda, dejaron de mirarme y se alejaron, cuando abrí mis ojos, no pude ver nada.
Me levanté abrumado de la cama y cuando intenté dirigirme a un lugar, solo caí de la cama haciendo un ruido estruendoso. Pensé que era sólo un sueño, cerré con fuerza mis ojos y al abrirlos, no veía nada.

Comencé a hiperventilarme, no grité, no quería asustar a nadie, pero el ruido de la caída me delató. Escuche el ruido de la puerta abrirse abruptamente y la voz de mi mamá:

- ¿Qué pasó, cariño? - dijo alterada.

Estaba en shock, no sabía qué hacer, todo mi cuerpo estaba sudando.

- No veo nada - contesté con la voz temblorosa.

No pude ver la reacción de mi mamá en ese momento, solo un suspiro largo.

De un momento a otro me encontraba en la sala de un hospital. Podía escuchar voces dentro de un consultorio donde mis papás hablaban con el doctor, y después escuché un grito, el cual me alarmó.
Quería ir a ver qué pasaba, pero no podía ver nada, solo movía la cabeza de un lado a otro para saber de dónde venía.

Escuche que una puerta se abrió con fuerza y la voz quebrada de mi mamá resonó por todo el lugar:

- ¡Eso no puede ser verdad! ¡Mi hijo no puede ser un ciego!

Llegamos a casa nuevamente, mi padre fue quien me ayudó a subir las escaleras y me dejó en mi habitación.

Y desde ese día, las cosas cambiaron en mi vida.

Mi madre se hundió en una profunda depresión, dejó de hablarme, no quería tenerme cerca, se dirigía a mí como si fuera un completo desconocido.
Por las noches escuchaba cuando hablaba con mi padre y le decía que quería tener otro hijo o hija que fuera normal y que estuviera completo, que no podía soportar tenerme cerca sabiendo que era ciego y que no podría hacer nada en mi vida, además de llamarme "una completa carga para su vida".

Pasaron los años y dejé de llorar, ya no sentía nada ante los insultos de las personas y las burlas de mis compañeros de clase, suficiente tenía con la indiferencia de mi propia sangre. Un año después de perder la vista, nació mi hermano, un pequeñito que jamás he visto y ni veré, pero sé que es muy bonito. Nunca me dejaron estar cerca de él, ni siquiera tocarlo, pero fue algo demasiado milagroso para mi, ya que, gracias a él, mi mamá dejó de sentirse triste y llorar, y comenzó a reír y ser más feliz, al igual que mi padre, quien solo me dirigía la palabra para darme dinero, llevarme a la escuela o pagar por mis clases de braille, cosa que jamás quise, pero para él era necesario para no hacerme un "inútil" e "incapaz" de sobrevivir por mi mismo.

Cuando cumplí los 18 años, con mucho esfuerzo, logré entrar a la universidad. Creí que recibiría una felicitación al menos por el logro, pero lo único que escuché fue un: "al menos ya no estarás mucho tiempo en la casa".

Ya me había acostumbrado a ese trato, pero todavía dolía en lo más profundo de mi ser.
Mi hermano, el cual llamaron Jeongin, era alguien muy cariñoso, a pesar que le restringían acercarse a mi, en ocasiones cuando estábamos solos o por las noches que nuestros padres dormían, él entraba a mi habitación y acariciaba mi rostro, tal como yo lo hacía, podía irme imaginando como era, igual de guapo como mi papá, de quien aún podía recordar como era.

Cuando escuchábamos ruido o las voces de ambos preguntando donde estaba su "hijo precioso", él salía corriendo de mi habitación y corría a los brazos de ambos, quienes, puedo asegurar que lo recibían con los brazos abiertos y una gran sonrisa, así como me recibían a mí cuando llegaba del colegio antes de quedar... ciego.

Era mi primer día en aquella universidad, estaba muy nervioso, no quería que me hicieran bullying como en mis grados pasados, los cuales venían con insultos, burlas y algunos golpes, los cuales tenía que mentir que me había caído y mi mamá me gritaba y me insultaba, insultos que aún resuenan en mi cabeza.
A veces pensaba en si dormir y nunca despertar podría aliviar mi tristeza, al final, mis padres ya no estaban tristes y no les importaría mucho no tenerme, pero tampoco quería que gastaran más en mí y la muerte también cuesta.

Llegue al salón de clases con ayuda de mi bastón para ciegos. Espere a que los ruidos estruendosos y voces dejaran de escucharse para poder pasar por los pasillos sin preocuparme por golpear a alguien sin querer y que me gritaran o me pegaran por eso.
Había escuchado que la universidad era un lugar más ruidoso y peligroso, la "cúspide de la juventud", pero para mí, literalmente serían un infierno.

Aunque no te pueda verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora