Capitulo 40

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•Narradora•

Seungmin estaba solo en su salón, haciendo tareas y aún pensando en lo que había pasado con Chan. Su mente se llenó del cuerpo musculoso, sus brazos venosos, su rostro, sus labios anchos pronunciando su nombre y... su gran trozo de carne. Cerró los ojos y sacudió su cabeza para concentrarse, pero en ese momento, el cerrar de la puerta lo sacó de sus pensamientos pecaminosos y alzó la mirada, pero después frunció el ceño.

- ¿Y tú qué quieres?

- Nada, solo vengo a saludarte.

- No estoy para tus estupideces, Hoshi. Habla rápido, tengo muchas cosas que hacer.

- Bueno, necesito que me ayudes con algo. Tú eres el único que puede y debe.

- ¿Qué? No puedo, no debo y tampoco quiero. Déjame en paz.

Se levantó de su silla, empezó a guardar sus cosas, pero antes de guardar su laptop, Hoshi se acercó a él y lo agarró del brazo, empujándolo un poco.

- ¡Oye! Eso duele - dijo soltándose.

- Lo vas a hacer si no quieres que se enteren de lo que hiciste.

- Tu...

- En especial tu enamorado, Minnie.

- Vete a la mierda - le dijo con coraje.

- Quien diría que el chico parapeto tendría un carácter muy hostil - le acarició la mejilla, pero Seungmin se echó hacia atrás - me encanta.

- Te odio.

- Claro, ¿qué me dices de Chan?

El menor abrió los ojos como platos, ¿a qué venía él al tema?

- ¿Disculpa?

- Mingyu me contó lo que pasó en la fiesta. Y sabes algo, lo quiere matar.

- Oye, a él...

- Si no quieres que pase algo, entonces haz lo que te digo y estaremos bien, Minnie.

El menor apretó sus puños, pero como no sabía defenderse, entonces solo tuvo que acceder. Hablaron un rato hasta que Hoshi se levantó del escritorio del profesor y le sonrió.

Camino a la salida, le guiño el ojo y se fue.

Seungmin tenía ganas de gritarle, pero no podía, pateo su mesa y refunfuñó conteniendo las lágrimas, estaba que se lo llevaba la chingada.

Por otro lado, Minho le pidió a Felix que llevara a Jisung a la azotea, de verdad se había vuelto el refugio de todos ellos. A lo cual, el rubio accedió y lo llevó.

- ¿Qué pasa? - preguntó Jisung.

- Te llevaré a mi casa.

- ¿A tu casa? - preguntó con nervios el menor - pero, Minho, ¿eso no sería peligroso?

- No habrá nadie. Me avisó mi nana que hoy ellos están fuera y regresarán hasta quién sabe y ni me importa.

- ¿Por qué?

- Quiero que conozcas a alguien. Ya que, estamos... - le dijo sacando el collar con el anillo y tomando una de las manitas de Jisung para que lo tocara - quiero que ella lo sepa.

- ¿Ella?

- Si, mi mamá.

Jisung abrió los ojitos, los cuales le brillaban, y era el momento más bonito para Minho, esos ojos casi grises, que no veían, pero para él eran espejos que los unían.

Lo agarró de sus mejillas y le estampoco un beso, después recargó su frente con la del bajito y sonrió.

- Serás la primera persona a la que le presentaré.

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