CAPÍTULO 8

74 8 0
                                    

Han Jisung

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Han Jisung

Corrí a través de los pasillos hasta llegar a mi salón, estaba muerto de miedo, evidentemente vi algo que no debía y no sabía qué hacer.

Inhalé y exhalé repetidas veces en mi intento de calmarme, quizá solo debía pretender que no había visto nada y seguir con mi vida.

Aunque no pasó mucho tiempo desde que alguien más entró al aula, era el capitán del equipo de voleibol, Lee Minho. Se acercó con cautela a mí.

—¿Eres Han Jisung? —preguntó seriamente y yo asentí con miedo.

—Ven conmigo.

No me dejó contestar y me tomó del brazo para llevarme a un lugar más privado.

Al llegar me solté de su agarre.

—Oye, ¿qué te ocurre? —me quejé.

—Ay, cállate —habló dándome la espalda, luego se giró sobre sus talones para verme—. ¿Qué viste?

—Yo... yo no sé de qué hablas —intenté evadir la pregunta, pero su mirada intensa me hizo retroceder un paso.

—No te hagas el tonto —insistió—. Sabes exactamente a qué me refiero. ¿Qué viste en el baño?

Tragué saliva, mi corazón latiendo con fuerza.

—Vi a tu hermano... con otro chico —admití finalmente, sintiendo una mezcla de miedo y confusión.

Minho cerró los ojos por un momento, respirando hondo como si intentara mantener la calma.

—Escucha, Han —dijo con una voz más controlada—. Lo que viste no puede salir de aquí, ¿entendido?

—Pero...

—No hay peros —me interrumpió—. Si alguien se entera, mi familia... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Mi familia y su reputación se destruiría. ¿Lo entiendes?

Asentí lentamente, sintiendo la gravedad de la situación.

—¿Qué quieres que haga? —pregunté finalmente, resignado.

—Simplemente... olvida lo que viste —respondió, su tono casi suplicante—. No digas nada a nadie y todo estará bien.

—¿Y si no puedo? —mi voz salió temblorosa, reflejando mi inseguridad.

Minho se acercó un paso más, su mirada fija en la mía.

—Puedes y lo harás —dijo con determinación—. Porque si no lo haces, me aseguraré de que no vuelvas a tener una vida tranquila en este colegio.

La amenaza quedó en el aire, palpable y real. Supe en ese momento que mi vida en la escuela nunca volvería a ser la misma. Había visto algo que no debía y ahora estaba atrapado en una red de secretos y mentiras que amenazaban con ahogarme.

HEARTBEAT • 𝐌𝐈𝐍𝐒𝐔𝐍𝐆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora