CAPÍTULO 19

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Lee Minho

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Lee Minho

Me apresuré a bajar las escaleras para abrir la puerta de la casa y, al hacerlo, me encontré con Rosé. Llevaba unos vaqueros azules con un top negro y su cabello recogido a la mitad, adornado con un moño. Su apariencia casual pero cuidada le daba un aire encantador y relajado.

—Buenos días —saludé, haciéndome a un lado para que pasara.

—Buenos días, Minho —respondió Rosé, echando un vistazo a la decoración de la casa—. Es una casa preciosa.

—Gracias —dije, sonriendo—. ¿Ya desayunaste?

Rosé negó con la cabeza.

—No, la verdad es que no. Salí un poco apurada.

—Perfecto, acompáñame entonces —la guié hacia el comedor, donde la mesa ya estaba preparada con un desayuno delicioso, dispuesto por el chef de la familia.

Nos sentamos y empezamos a desayunar en silencio. El aroma del café recién hecho y los platillos cuidadosamente preparados llenaban la habitación, creando un ambiente acogedor.

—Yo... realmente me sorprendí cuando me llamaste para venir —confesó Rosé, rompiendo el silencio. Dejé mis cubiertos a un lado, mirándola con atención.

—Realmente dudé en hacerlo —respondí sinceramente—. Pero considero importante que al menos nos llevemos bien para lograr complacer a mi abuelo y, en tu caso, a tu padre.

Rosé asintió, pensativa.

—Tienes razón —dijo—. Pero ellos querrán ver una relación, ya sabes, cosas de novios y eso.

—Vamos un paso a la vez —le aseguré, tratando de mantener un tono ligero.

Ella rió suavemente, y continuamos desayunando, compartiendo algunas anécdotas para conocernos mejor. La atmósfera se volvió más relajada a medida que hablamos de nuestras vidas, intereses y expectativas.

—Minho, ¿te pasa algo? —preguntó Rosé, notando mi distracción.

Sacudí la cabeza, tratando de enfocarme.

—No, estoy bien. Solo pensando en algunas cosas —dije, esbozando una sonrisa.

—Si necesitas hablar, estoy aquí —ofreció, su voz llena de genuina preocupación.

Agradecí su oferta y traté de dejar de lado mis pensamientos sobre Han Jisung. Después de todo, Rosé también estaba en una situación difícil, y ambos necesitábamos apoyarnos mutuamente para enfrentar a nuestras familias.

Terminamos de desayunar y nos levantamos de la mesa. Decidimos dar un paseo por el jardín de la casa para disfrutar del aire fresco y continuar nuestra conversación en un entorno más relajado.

—Es un hermoso día —comentó Rosé mientras caminábamos entre las flores y los árboles perfectamente cuidados.

—Sí, lo es —coincidí, sintiéndome un poco más relajado—. Gracias por venir, Rosé. De verdad aprecio que estés dispuesta a intentarlo.

HEARTBEAT • 𝐌𝐈𝐍𝐒𝐔𝐍𝐆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora