CAPÍTULO 26

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Lee Minho

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Lee Minho

Me sentía más en paz conmigo mismo al poder volver a hablar con Jisung. Era un alivio, como si un peso que había estado cargando por años finalmente se hubiera aligerado. Sin embargo, esa tranquilidad era efímera, porque sabía que el desafío más grande aún estaba por venir: encontrar la forma de explicarle que mi abuelo estaba empeñado en casarme con Rosé.

La sola idea de esa conversación me llenaba de ansiedad. No sabía cómo Jisung reaccionaría al enterarse, y el miedo a lastimarlo se mezclaba con la impotencia de no poder controlar mi propio destino. Mi abuelo tenía una manera de manipular cada aspecto de mi vida, y aunque había aprendido a navegar entre sus expectativas y mis propios deseos, esto era diferente. Esto involucraba a Jisung, alguien que significaba mucho para mí.

Sumido en mis pensamientos, apenas noté el entorno. La cena en la que estábamos era una de esas reuniones familiares que se organizaban para discutir negocios y alianzas, siempre bajo la estricta mirada de mi abuelo. Mi mente estaba tan distraída que ni siquiera me di cuenta de que Rosé me estaba observando con preocupación.

De repente, sentí un leve codazo en el costado, que me sacó bruscamente de mis cavilaciones. Giré la cabeza para encontrarme con los ojos de Rosé, que me miraban con una mezcla de preocupación y advertencia. Su expresión me hizo darme cuenta de que había estado demasiado ausente, y que tanto mi abuelo como el padre de Rosé probablemente habían notado mi distracción.

—¿Cariño, te encuentras bien? —murmuró Rosé, lo suficientemente alto como para que mi abuelo y su padre la escucharan, pero con un tono que solo nosotros dos podíamos interpretar.

El uso de la palabra "cariño" era parte del acuerdo tácito que teníamos para mantener las apariencias. Era una farsa, pero una que ambos sabíamos jugar muy bien. Aun así, en ese momento, sus palabras me hicieron darme cuenta de lo real que se había vuelto todo esto, y de lo difícil que sería explicar la situación a Jisung.

—¿Ah? —respondí, un poco aturdido, antes de ver la súplica en sus ojos, pidiéndome que siguiera el juego—. Sí, amor, todo bien —carraspeé, tratando de sonar convincente.

Mi abuelo, sentado al otro lado de la mesa, nos observaba con su habitual mirada evaluativa, como si estuviera juzgando cada uno de nuestros movimientos. No podía arriesgarme a que sospechara algo, así que sonreí y tomé la mano de Rosé sobre la mesa, apretándola ligeramente. Ella correspondió el gesto, su rostro mostrando una sonrisa suave, casi natural, como si realmente fuéramos lo que todos pensaban.

Pero en mi interior, todo estaba lejos de estar bien. Jisung no sabía nada de esto, y cada día que pasaba sin que le contara la verdad, me sentía más atrapado. Rosé y yo éramos amigos, y en algún momento, habíamos encontrado consuelo en nuestra situación compartida, pero ambos sabíamos que nuestras vidas estaban siendo orquestadas por las expectativas familiares.

HEARTBEAT • 𝐌𝐈𝐍𝐒𝐔𝐍𝐆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora