CAPÍTULO 30

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Lee Minho

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Lee Minho

Desperté lentamente, la luz tenue de la mañana apenas se filtraba por las cortinas, bañando la habitación en un suave resplandor. Al girar la cabeza, sentí su calor junto a mí. Jisung, abrazado a mi cuerpo, dormía profundamente. Su respiración era tranquila, rítmica, un sonido que me llenaba de una paz que hacía mucho no sentía. Observé su rostro relajado, sus pestañas descansando sobre sus mejillas, y en ese instante se veía como un ángel, completamente etéreo y tan ajeno a todo lo que nos rodeaba.

Mi corazón dio un vuelco al verlo tan cerca, pero al mismo tiempo tan lejano. Era como si, en ese espacio, el tiempo hubiera dejado de tener significado, y lo único que importaba era que estábamos juntos, que en este preciso momento, no existían las barreras del pasado ni las sombras del futuro. Solo éramos él y yo, entrelazados en un abrazo que había tardado tanto en volver a ocurrir.

Me gustaría poder congelar este momento para siempre, pensé, mientras mis dedos rozaban con cuidado su cabello. Mantenernos así, alejados de las expectativas y de las decisiones que nos habían arrancado lo que habíamos construido. Aquí, en la quietud de la mañana, no había compromisos, ni traiciones, ni manipulaciones. Solo nosotros dos, sumidos en la calma.

Cerré los ojos por un momento, tratando de absorber todo, de grabar cada detalle en mi memoria: la suavidad de su piel, el ritmo pausado de su respiración, el peso de su brazo sobre mi pecho. Este era el Jisung que siempre había amado, el que me daba fuerzas incluso cuando el mundo parecía decidido a separarnos. Pero al mismo tiempo, no podía ignorar el peso que se cernía sobre nosotros. Afuera, en el mundo real, todo seguía igual. Mi compromiso con Rosé aún existía, y la sombra de mi abuelo seguía dominando cada aspecto de mi vida.

Pero aquí, en esta cama, en este breve y precioso instante, éramos solo nosotros. Mi única certeza en ese momento era que haría cualquier cosa por protegerlo, por mantener este pequeño fragmento de felicidad, por mucho que la realidad amenazara con desgarrarlo.

Observé a Jisung una vez más, deseando con todas mis fuerzas que pudiera ofrecerle algo mejor, algo más estable, más seguro. Pero ¿cómo podía prometerle un futuro cuando ni siquiera controlaba el mío?

Aún así, mientras lo tenía a mi lado, decidí aferrarme a este momento. No sabía lo que nos deparaba el futuro, ni cómo íbamos a enfrentar lo que venía, pero mientras pudiera despertarme con él, aunque fuera por un instante, tenía algo por lo que seguir luchando.

 No sabía lo que nos deparaba el futuro, ni cómo íbamos a enfrentar lo que venía, pero mientras pudiera despertarme con él, aunque fuera por un instante, tenía algo por lo que seguir luchando

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