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Cómo en Rápidos & Furiosos

El auto salió disparado al frente, tanto que caí al espaldar del asiento por la fuerza de arranque. Me aferré del mismo con fuerza, me reincorporé o traté de hacerlo, miré al frente y estábamos muy cerca de uno de los muros que rodeaban el hospital. Mis ojos se abrieron demasiado.

—¡El muro, Márcell, mira al frente! —grité—. ¡Frena!

Márcell volteó al frente gritando "¡Mierda!". Giró exageradamente el volante a la izquierda, que por la brusquedad, me mandó contra la ventana del auto, golpeándome la frente. Cerré los ojos por el dolor pero rápidamente los abrí cuando sentí otro giro del auto, mis ojos solo vieron rayas de luces por la ventana y supe que estábamos dando muchas vueltas, luego escuché las llantas rechinar mientras derrapaba al frenar. 

Escuché la voz de Márcell soltando otro "¡Mierda!" y por un segundo lo va sostener el volante con fuerza hasta que el auto dejó de girar derrapando hasta que se detuvo por completo.

Pasé unos segundos tomando aire, calmándome y convenciéndome de que lo que veía al frente ya no eran rayas sino una imagen consistente. Seguía sostenido de la parte baja de la ventana y de la parte superior del asiento, y mis pies se hincaban en la superficie del mismo.

Márcell estaba pegado al asiento con los brazos firmes y rígidos, y con las manos aferradas al volante decididas a no soltarlo. Tenía los ojos fijos hacia el frente, la boca entreabierta y con los orificios nasales secuestrando todo el aire que pudiese.

Ambos estábamos inhalando y exhalando.

—¿Qué carajo fue eso? —dijo por lo bajo, como si aún no pasara el asombro—. ¿Realmente iban a chocarnos? Esto no son los carritos chocones, joder.

Me acomodé en el asiento y me toqué la frente, solté un quejido por el dolor pero por suerte no había sangre.

—¿Estás bien? —pregunté, volteando a la ventana.

—Seguimos vivos, ¿verdad?

Eso me confirmó que sí estaba bien. Miré al exterior pero no vi adónde se metió el auto que nos quiso impactar. Me pasé al asiento trasero y miré a unos metros el par de luces rojas de una camioneta gris justo en el sitio donde estábamos estacionados. Poco a poco las luces comenzaron a titilar y la camioneta empezó a retroceder.

—¡No me jodas! —exclamó Márcell, que había volteado también para ver.

La camioneta estaba girando hacia nosotros.

—¡Salgamos de aquí, ahora!

Pasé nuevamente al asiento del copiloto cuando Márcell puso el auto en reversa para doblar e ir a la salida. Escuchamos el rugido de la camioneta tras nosotros, Márcell no terminó de dar la vuelta cuando aceleró y dobló a la derecha. Eché un vistazo hacia atrás y vi que la camioneta nos perseguía, regresé mi vista al frente y contemplé la salida del historial. Márcell pisó el acelerador y salimos a la autopista.

—¡¿Qué coño pasa?! —habló Márcell por lo alto en el instante que daba vuelta a una calle alejada del hospital—. ¡En serio, no sé qué coño pasa!

—¡Nos persiguen, ¿qué no ves?! —grité con obviedad mientras trataba de asegurarme con el cinturón que, curiosamente, se negaba a estirarse.

—¡¿Y por qué?!

—¡¿Yo qué voy a saber?!

Solté el cinturón al ver que no iba a ceder, me aferré al espaldar del asiento. La condenada camioneta aún nos perseguía.

HEIDREN [Iguales: Libro 1] (Completa ✓) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora