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Visita a Campo Real

Después de cruzar el tumulto de gente, y llegar dónde estaba el auto, no pude dejar pasar varias cosas, cosas que sinceramente iban de lo normal a lo anormal.

Así que trataré de explicarlo de una forma sencilla.

Uno:

Joseph tenía una cara de total molestia, cansancio, preocupación y no se qué más. Estaba sentado en el asiento del conductor y se mordía una uña, moviendo la rodilla sin parar.

—¿Qué pasó? —pregunté al llegar junto a él.

—Primero —habló estirando el dedo índice con demanda—, que sepas que no nos vamos porque yo quiera. Segundo, no digas nada estúpido si no quieres que te mate. Tercero, iremos a tú casa.

—Pero, ¿qué pasó? —pregunté otra vez. A lo que pegó la frente del volante y señaló el asiento trasero. No sin antes murmurar: «Solo a nosotros nos puede ir tan mal».

Miré el asiento trasero. Encontré la segunda cosa no normal.

Dos:

Márcell estaba acostado boca arriba a lo largo del asiento, sin camisa y con la cara salpicada de sangre. También le salía de la nariz y cubría su barbilla y parte de su mejilla. Por el abdomen y en los brazos tenía marcas rojas como de golpes. Su ojo derecho se encontraba morado y el otro se lo cubría con el interior del brazo.

Cuando salí de la impresión de la molienda que le echaron, escuché que tarareaba una canción de lo más tranquilo. Quitó el brazo de su ojo izquierdo y al verme me sonrió.

—Nada mejor que una buena pelea como acto final de la noche, ¿no crees?

—¿Qué carajo te pasó? —dije, más sorprendido por su estado tranquilo que por otra cosa.

—Nada en especial, solo jugaba a las luchas.

—Claro —bufó Joseph desde el asiento delantero—. Bien por ti, Silvestre Stalone.

—Vamos, estoy bien.

—No te ves nada bien —señalé—. Tienes el ojo morado.

—Me pongo hielo y ya está —simplificó, encogiéndose de hombros.

—Ya le pusimos hielo hace un rato, pero creo que igual se le va inflamar.

De manera lacónica alcé la mirada y vi a una chica de piel clara y cabello negro, y ahí, la tercera cosa que no entendía.

Tres:

Tammy se encontraba dentro del auto.

—¿Tammy?

—Hola, Chico sin alcohol, a pasado un tiempo.

—¿Podrías subir? —pidió Joseph, con cierta irritación—. Necesito urgentemente un café.

Mientras íbamos en el camino me contaron lo que sucedió: Un chico intentó propasarse con Tammy mientras ella bailaba. Márcell notó las intenciones del chico y la incomodidad de Tammy así que fue a ayudarla. Al parecer, el otro se molestó de que Márcell se metiera y lo golpeó, Márcell no se quedó con el golpe y lo devolvió. Y todo terminó en pelea.

—Pero gané —dijo Márcell, emanando orgullo mientras se sostenía el costado derecho de las costillas.

—Por favor, no eres Rocky Balboa, piensa mejor antes de hacerte el héroe —Joseph le dio una mirada a Tammy algo apenado—. No lo tomes a mal, todos nos alegramos de que estés bien.

—Pero tú no te preocupes, eh —de dijo el golpeado a la chica—. Estoy en perfectas condiciones.

—Tienes la nariz rota —dije, a lo que me miró con hastío.

HEIDREN [Iguales: Libro 1] (Completa ✓) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora