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Solo si aceptas

El parque que era rodeado por unas altas verjas en su entrada principal me dieron la bienvenida. 

Entré, mirando a los lados buscando a Paula ya que ese fue el lugar que elegí para vernos, mientras esperaba, me senté en una banqueta.

No le dije para qué nos veríamos, obviamente, ni siquiera sé cómo reaccionará al verme.

Pero a pesar de eso, quería hacerle saber lo interesante y divertido que puedo ser, y también, demostrarme a mí mismo que esto que siento por ella es real y no una fantasía creada en mi cabeza.

«¿Estoy delirando?» «Tal vez»

Mientras esperaba, apareció un pequeño gato que me hizo compañía, era de un color naranja oscuro y me miró con sus rasgados ojos verdes. Me pareció adorable y hasta le tomé una foto. Cuando saltó a mi lado en la banqueta, estiré la mano para acariciarlo pero en eso retrocedió, huyendo de mí.

«Hasta los gatos me huyen...»

—¿Te gustan los gatos? —preguntó una voz tras de mí.

Cómo todos los días, Paula Tozcano se veía hermosa. Traía un vestido color celeste, el cabello suelto cayéndole a los lados y sus labios tenían un ligero toque de labial rosa.

Se sentó a mi lado en la banqueta y miró al pequeño gato que nos observaba desde un arbusto.

Ella me sonreía y yo no lo soportaba. Ya muchas veces les he contado como me siento cuando lo hace.

A esas alturas ya debía saber el efecto que causaba en mi. Traté de no parecer tan obvio esa vez.

—Soy más de perros.

Enarcó una ceja.

—¿Por similitud?

«¿Por qué sentí que eso me ofendió?»

—Por fidelidad.

Ella lamió el interior de su mejilla y evitó levantar una sonrisa.

—Los perros le son fieles a sus dueños —argumentó—. A menos que tengan uno, no podrían serles fiel a nada.

—No del todo —objeté—. Ellos le serán fieles a todo lo que les demuestre atención. Siempre volverán al lugar donde les den alimento, donde tengan cuidados, y hacia la persona que les de amor. Su fidelidad, ya sea ha su dueño o lugar, es una muestra de agradecimiento, dando a entender que ellos también son capaces de sentir emociones y sentimientos.

—Eso es semejante a una persona que le es fiel a otra solo por migajas.

—A diferencia de ellos, las personas tendemos a aceptar amor, pero no a devolverlo. El alma de un perro es pura, el alma humana no. En un caso comparativo, digamos que la fidelidad es el amor; en el caso de los perros, ellos responderán al amor de ese algo o alguien con amor, en el caso de las personas, no siempre responderemos con amor hacia la persona que nos ama. A veces se lo entregamos a otros que creemos que lo merecen, aunque tampoco respondan con lo mismo.

La mirada de Paula fue divagando en mi hasta desviarla, apretó sus labios y no dijo nada ante eso. Tal parece no le gustó lo que dije. 

Ahora que hablamos de eso, no sabía nada de lo que le gusta a Paula más de lo que había visto. No sabía como piensa, como siente. Quería saber más.

—Bueno, no te pedí que nos viéramos para hablar de caninos —dije, para cambiar el tema—. Quiero que hablemos de otra cosa.

Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y saqué una hoja de papel doblada.

HEIDREN [Iguales: Libro 1] (Completa ✓) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora