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El segundo mensaje

13 de Febrero de 2023.

7:57 PM.

Márcell hizo el favor de dejarme en casa.

Al entrar y cerrar la puerta, un ladrido resonó por toda la sala. Mi gran perro, amigo y compañero me dio la bienvenida, risueño, alegre y juguetón.

—Sí, amigo, ya llegué —se alzó en dos patas a lamer mis manos. Me alegra siempre verlo tan feliz—. Vamos, arriba.

Subí las escaleras con él, en el pasillo me encontré con mi tía.

De camino a casa pensé en mil maneras de decir "Lo siento", pero no pude elegir alguna, o sea, alguna que funcionara.

—Perdón por la hora —fue lo único que pude decir.

Caminé hacia mi habitación con la vista un poco gacha, no creí que era momento para hablar, tampoco me sentía bien. Pasé junto a ella. El silencio fue deprimente y me ponía peor.

—Tu cena está en el microondas —dijo antes de entrar a su habitación.

Yo entré en la mía con Puggy de compañía. Lancé mi mochila al suelo y tomé una ducha, bajé por mi cena y volví a mi habitación. Me habría gustado comer todo lo que había en el plato, pero ni siquiera pude con la mitad. El hambre que me persiguió todo el día se había ido, y todo indicaba que sería una larga noche.

***

14 de Febrero de 2023.

Al día siguiente me levanté muy temprano por la mañana. Al verme en el espejo del armario vi que no lucía para nada bien,

nunca me había visto tan decrépito.

Aproveché y bajé con mis cosas a la sala, tomé un pedazo de papel para escribirle una nota a mi tía porque no quería encontrarme con ella y crear otro momento silencioso e incómodo. La dejé sobre la mesa y salí de casa. Tal vez no sería rápido, pero haría que mi tía vuelva a confiar en mí.

Al llegar a la verja del instituto me encontré con la profesora Martha bajando de su auto. Nos saludamos en la entrada, como siempre, me sonrió.

—Parece que alguien arregló su despertador —comentó mientras caminamos hacia el interior.

—No quiero tener más problemas —alegué, subiéndome más la mochila al hombro.

La profesora Martha profirió un pequeña risa. Al entrar al pasillo principal me pidió acompañarla a la sala de profesores, no tenía nada más que hacer mientras esperaba que las clases del día comenzarán así que acepté. Los pasillos estaban silenciosos por la falta de estudiantes, se sentía incluso agradable, lastima que en unos minutos la calma se convertiría en un campo de batalla campal.

Nos sentamos en la pequeña mesa del fondo y repentinamente me sentí incómodo. Era la primera vez que entraba a esa sala. La profesora me miró atentamente con las manos entrelazadas frente a ella.

—¿Duele? —preguntó, y al principio no le entendí—. El golpe, ¿duele?

—No —me apresuré a decir, aunque mi cara dijera lo contrario—. Bueno, no tanto.

—Espero no escuchar que vuelves a pelear con tus compañeros, Heidren. Ya viste que nada sirvió más que para hacerse daño.

—Él no es mi compañero —puntualicé, refiriéndome a Raúl.

HEIDREN [Iguales: Libro 1] (Completa ✓) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora