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Declaración tardía

Pasó.

Realmente pasó.

Aún seguía jadeando, encontrando el compás normal de mis respiraciones, sentado y apoyado de espaldas a la pared, en bóxer y con el pantalón a las rodillas, viendo a la siempre hermosa señorita Tozcano colocándose el sostén, vistiéndose nuevamente.

Me gustaría describirles lo increíble que eso había sido, pero mi cuerpo aún seguía luchando con el calor que lo había envuelto.

Quiero hacerlo de nuevo. Pensé.

Pasé una mano por mi frente secando el sudor y subiendo mis pantalones. Había escondido el arma, pero volví a colocarla a mi espalda cuidando que ella no la viera.

No quería que se asustara al verme con una pistola luego de haber hecho el amor.

Paula se acercó y se hizo espacio entre mis piernas para sentarse, pegando su espalda a mi pecho. La abracé y enterré mi rostro en su cuello.

—¿Cómo te sientes? —pregunté, susurrándole al oído.

—No sé cómo sentirme.

—¿Por qué?

—Olvidé por completo que tenías una gran sorpresa.

Solté una risa que sonó más como un bufido. Recordé el día que había dicho lo mismo estando en su casa. Aquella vez no se nos dio lo planeado y ocurrieron varios imprevistos. Pensar en ello me parecía cómico ahora.

Sin embargo, también me hubiese gustado hacerlo en aquella ocasión, más por ella, en comodidad y no en un lugar como ese, mucho menos estando como estábamos, no se me olvidaba que nuestra "rara" relación había terminado.

—Lamento no haber hecho esto es un momento más especial para ambos. Tú merecías algo mejor, no un sitio como este, algo que no pudieras olvidar.

Paula tomó una de mis manos y comenzó a jugar con mis dedos. Me hacía cosquillas.

—¿Por qué te disculpas? Yo fui la que quiso que pasara de esta forma —giró y nuestros ojos se encontraron, ella tenía una hermosa sonrisa marcada en su hermoso rostro—. Además, fue maravilloso, no podría olvidarlo nunca.

Le robé un beso y volví a enterrarme en su cuello. Ahora era yo quien tenía una sonrisa estampada en la cara.

—Yo tampoco podría olvidarlo.

Me sentí tentado a besar su cuello con la intención de ir más allá de nuevo, sin embargo, ella habló.

—Sobre lo que pasó el otro día en tu casa... y sobre lo que te dije...

—¿Lo que pasó en mi casa? ¿Qué pasó en mi casa? Yo no me acuerdo de nada —dije, mordiendo mis labios al final, haciéndome el obvio.

Ella lo entendió haciendo un puchero que la hizo ver muy tierna.

—Ya, en serio, lo que te dije ese día...

—Fue mentira, lo sé —o al menos eso quería creer—. A ver —suspiré, flexionando mis rodillas para posar mis codos y así estar más cómodo—. Honestamente, lo que dijiste sí me dolió, incluso pasé toda la mañana golpeando el piso por la frustración que sentí al escucharte decir que no me querías lo suficiente, y para ser más honesto, aún me duele cuando lo recuerdo.

—Heidren, yo no...

—Pero —la interrumpí—. En medio de todo eso también lo pensé a fondo y creo que tuve gran parte de culpa por la forma en la que actué estos últimos días. Así que terminé asimilando que quizás eso fue lo que te orilló a decir todo aquello que dijiste, por lo cual no podía seguir molestándome al ser yo el que falló. —quiso decir algo pero volví a hablar—. Al final lo acepté y me dije a mi mismo que la próxima vez que habláramos me disculparía y me esforzaría por cambiar esas fallas por cosas buenas y mejores para que así pudieras darme una oportunidad de demostrarte que sí puedo ser un mejor chico para ti.

HEIDREN [Iguales: Libro 1] (Completa ✓) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora