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La noche antes de año nuevo (parte I)

Los siguientes días se fueron volando. El plan de repartir los volantes no estuvo fácil.

El primer día fuimos al centro de la ciudad con la estrategia de dividirnos para terminar por lo rápido y cubrir más lugares a la vez.

Luego de una hora entregando volantes a cualquier alma que me pasara enfrente, volvimos a encontrarnos en el lugar donde habíamos empezado. Joseph había ido al cine, los repartió todos y nos contó que no le tomó mucho tiempo.

Márcell, en su intento de describir como le fue, nos dijo la peor mentira que le pasó por la cabeza. Al final confesó que le dio los volantes a un niño para que los entregara prometiendo darle diez dólares y el resto del tiempo estuvo comiendo helado.

Spoiler: Joseph se quitó un zapato y golpeó a Márcell con él.

El segundo día tuvimos el mismo resultado.

Finalmente, en el tercer día, nos propusimos a entregar lo último que nos quedaba, nos dirigimos de nuevo al centro, en el área de tiendas de ropa. Toda una calle con tiendas a cada lado donde se exhibían todo tipo de prendas y calzado nos daban la bienvenida.

Esa vez no nos dividimos. Le preguntamos a un señor que arreglaba zapatos usados si nos podíamos quedar un rato ahí. Para terminar de convencerlo, Márcell, le dijo que iba a ayudarlo con los zapatos que le faltaban (a fin de cuentas él siempre arreglaba sus zapatos de fútbol y sabía algo de eso). El señor aceptó la ayuda de Márcell y nos dejó estar en su puesto.

Pasó una hora: Joseph sufrió una especie de diarrea por comer manzanas demasiado dulces en el desayuno. Salió corriendo buscando algún baño ¿Lo consiguió? No lo sé.

Pasaron dos horas: unos niños no me dejaban en paz y me apuntaban con sus celulares porque decían que yo era un Pokémon y querían entrar en el modo premium del juego. Aunque no me hicieron tanto caso como cuando una señora gorda pasó frente a nosotros y salieron corriendo tras ella. Al parecer habían encontrado un Donphan o algo así.

Pasaron tres horas: Joseph volvió pálido, encorvado y mareado. Se sentó en la primera banqueta que encontró y no se levantó de ahí. No quise acercarme para preguntarle cómo se sentía porque tenía pánico de que soltara algo tóxico.

Pasaron cinco horas: Márcell había arreglado más zapatos de lo esperado, sorprendiendo al señor del puesto. Yo tenía mucha hambre. No sabía si Joseph seguía con vida, solo estaba sentado en un rincón, probablemente pasando su agonía.

No fue un rato alegre pero lo importante fue que ya no teníamos ni un solo volante. Lo habíamos conseguido en el tiempo acordado. Luego de que el zapatero le diera las gracias a Márcell y le ofreciera trabajo unas tres veces seguidas, regresamos al auto, pusimos música y arrancamos.

Mientras nos íbamos, mi mente solo pensaba en comer, pero de un momento a otro me quedé pensando en como iba a secuestrar a Paula para luego ir a la fiesta de un bar.


***


31 de Diciembre de 2022

6:25 PM

Esa noche también había ideado un plan, uno muy bueno.

Pero antes de decirles en que consistía mi "buen plan", les aconsejaría que aprendieran a amarrar una corbata, llevaba una hora tratando de adivinar cómo se usaba esa cosa.

HEIDREN [Iguales: Libro 1] (Completa ✓) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora