028

41 5 0
                                    

Lunes 23 de septiembre de 1991.
6:45 pm.

                                             ๑⑅๑ 

Ambos adolescentes de 16 y 17 años se encontraban en el fondo del bosque.
Habían extendido una sábana en el pasto húmedo. Un montón de pequeños postres eran devorados por ambos a cada rato. Solo se escuchaba el canto de los pájaros y el agua del río pasar con ferocidad.
El ojiverde dibujaba acostado boca abajo apoyado en sus codos tarareando alguna melodía.
El rizado sostenía sus binoculares frente a sus propios ojos, con su gran libro de aves reposando en sus piernas, sentado admirando aquellos pájaros y escribiendo sobre ellos.

Pasaban el rato disfrutando de la compañía del otro.

Stan dejo sus binoculares y se quedó observando a su novio a su lado, fijamente. Con una tierna sonrisa.
Bill sintió la mirada del rizado y volteo a verlo dejando su lápiz a un lado.
Sonrieron con un leve sonrojo al cruzar sus miradas.

Bill: ¿Que pasa cielo?

Stan: Es que, eres tan lindo.

El sonrojo del ojiverde aumento. Agachó la cabeza con una sonrisa boba.
Stan amaba hacerlo sonrojar.

Stan: Tengo algo para ti, amor.

Bill levantó la mirada con curiosidad.

Stan: Es un pequeño detalle.

Bill lo veía confuso.
¿Detalle? ¿Porque? No celebraban nada.

Stan alcanzó su mochila a unos centímetros más allá. Sonreía.
Era algo que Bill le había dicho que quería desde hacia meses mientras compraban despensa.
El rizado trabajo y ahorro para poder comprarlo.
Para su Bill.

Entonces tomo en sus manos el objeto y se lo mostró a Bill.
Este quedó completamente boquiabierto.
Llevo sus manos a su propia boca tapandola, tan sorprendido.

Era una caja enorme y pesada.
Aquella caja contenía 350 lápices y colores profesionales para dibujar.

Bill: ¡Stannie! Pero...¡Dios mío! -se abalanzó contra su novio, abrazándolo con fuerza- Gracias gracias gracias gracias gracias...-repetia una y otra vez con la voz entrecortada sin dejar de abrazarlo.

Stan soltó una pequeña risita.
Oh, amaba tanto hacerlo feliz.

Jamás le habían regalado algo que realmente deseara, y jamás le habían regalado algo en un día usual.
Stan haría cualquier cosa solo para ver a su chico feliz.

Eran ese tipo de pareja que apesar de ya serlo, harían de todo cada día para seguir enamorando al otro.

Bill abrió la caja después de el montón de besos repartidos por la cara de su novio como agradecimiento.
Stan lo veía sonriente.

Bill ni siquiera se había dado cuenta de que Stan había estado ahorrado para aquello.
Hacia unos meses se habían metido a trabajar los fines de semana.
Ellos sabían perfectamente bien que querían vivir juntos pero primero querían irse de Derry.
Así que juntos ahorraban para eso.
En unos meses Bill sería mayor de edad y el plan era mudarse a Boston, rentar un pequeño departamento, seguir trabajando y ver que más podría pasar.
Lo único que querían era estar juntos.
Pronto sería su aniversario de tres años y seguían disfrutando el tiempo juntos tanto como las primeras veces.
Estudiaban de siete de la mañana a dos de la tarde y lo que restaba del día la pasaban juntos, ya fuera haciendo tarea, viendo películas o simplemente abrazados. Amaban tanto eso.
Aunque claro, habían tenido algo de problemas como cualquier otra relación pero cada uno de aquellos pleitos tontos eran resueltos casi rápidamente ya que ambos eran compresivos, razonables y la confianza enorme que se tenían influía bastante.
Cada minuto que pasaban juntos era atesorado por ambos, guardado con gran cariño en sus memorias.
Bill no sabría qué haría sin Stan.

Let Me Feel Your Heartbeat {Stenbrough}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora