SOFIA DÍAZ, una amante del cine, es contratada para documentar "La velada del año III". En este evento es donde conoce a IVAN, el cuál es un streamer muy conocido argentino, pero eso ella no lo sabe.
Iván se embarca en una búsqueda para encontrarla...
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ESTABA MAQUILLÁNDOME EN EL BAÑO del Starbucks, preparándome para la cena que tenía esta noche con Rodrigo. Les mentiría si dijera que no estaba nerviosa; era mi primera cita. Bueno, en realidad, tampoco es una cita, pero ¡madre mía! Estoy quedando con alguien que conocí hace tres días. Vale, en esos tres días hablamos de muchas cosas por mensaje, pero... Olvídenlo, tengo una cita con un amigo.
— Así que... Una cita...— dijo mi mejor amiga vacilándome.
— Lucia, que no es una cita. Es una quedada con un amigo, nada más.
— Un amigo que conociste hace tres dias, y que aún no me dices quien es... Sofia dímelo, ¿Es hijo de un padre narco? ¿Hijo de un político? ¿Hijo perdido de Belen Esteban?
— No. No. ¡Y no! ¿Como va ser hijo de Belen Esteban?
— ¡Sofia porfavor! ¡Dímelo ya!
— negué con la cabeza.— Que no, Lucia. Te conozco bien, harías otra historia de wattpad conmigo, y sino sale bien no quiero leer como a la del libro le fue mejor que a mi.
Ama siguió insistiéndome, pero yo seguí negándome hasta que terminé de prepararme. Luego me cambié el uniforme del trabajo por una falda blanca larga y un top gris. No quería ser presumida, pero me sentí muy linda al verme en el espejo.
— Hoy follas.— soltó Lucia.
— Como siempre tan dulce.
Salí del Starbucks y ahí estaba esperándome el Uber que Rodrigo me dijo que vendría a recogerme sobre las nueve de la noche. Estaba nerviosa, pero Lu me dio muchos ánimos y prácticamente me empujó adentro.
Tardé como media hora en llegar al restaurante y cuando salí del uber y vi el nombre del restaurante, se me cayó la boca al suelo. Estaba frente al DiverXO, el restaurante más caro de Madrid.
— Che, Sofía.— me miro de arriba a abajo.— Estas lindisima.
— ¿Pero aquí vamos a cenar?— le pregunté señalando al restaurante.
— Si, ¿Que tiene?
— Rodrigo, el entrante del restaurante son dos sueldos míos de dos meses.
— se rio por mi comentario.— No te preocupes, quiero invitarte.
Me sentí mal por Rodrigo. Era obvio que el chico gustaba de mí, pero yo aún no podía sentir lo mismo. No habíamos tenido suficiente tiempo para conocernos en profundidad, y saber que se iba mañana hacía todo más complicado.
Me pesaba la sensación de que la oportunidad de crear una conexión más profunda se escapaba entre nuestros dedos. A pesar de su evidente interés, yo no lograba desarrollar sentimientos similares en tan poco tiempo, lo que añadía una capa de frustración a la situación.
— lo agarre de la manga.— ¿Y si mejor nos vamos a un Macdonals?
