010

310 24 7
                                    

— Iván

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— Iván.

— ¿Sofia...? ¿Qué hora es?

— Las cinco de la mañana, pero quería saber si... bueno... ¿Quieres acompañarme a ver el partido de vóley de Diego? — me sonrió dulcemente, con esa mirada que siempre me desarma— Solo van padres y unos pocos niños pequeños.

— Vale, pero... ¿tan temprano es el partido?

Sofía se rió suavemente, su risa tan suave que me descolocó.

— No, no es tan temprano. Pero quería pasar un rato contigo antes de que Diego se despierte. Después tendré que irme a trabajar y no podré verte.—dijo, en un tono tan natural que me hizo pensar que quizá también le gustaba estar conmigo tanto como a mí con ella.

— Gracias, Dios —murmuré, intentando contener la sonrisa.

Ella entrecerró los ojos, divertida.

— Ven a mi habitación.— dijo, levantándose del sofá, y me hizo un gesto con la mano para que la siguiera—, pero no hagas ruido.

Mis mejillas se calentaron al instante, y di un giro en el sofá, ocultando la cara en el cojín para disimular mi cara de bobo. Por un segundo, dejé volar mi imaginación, pensando en lo que podría pasar ahí dentro. Pero, antes de decidirme, la escuché murmurar desde el pasillo.

— Jugaremos a algo, muy divertido...

Me levanté, intentando controlar la sonrisa mientras la seguía.

[...]

Por la mañana, apenas podía mantener los ojos abiertos. Estaba agotado. Supongo que Diego notó mis ojeras o el modo en que me tambaleaba tratando de servirme un poco de leche. Casi me quedo dormido de pie.

— Estás horrible —dijo Diego, soltando una risita mientras devoraba su desayuno—. A la próxima, hacer menos ruido, ¿Queréis? Las paredes son de papel.

— Ojalá no haya una próxima vez.— respondí con voz ronca y un bostezo.

Sofía apareció en la cocina, tan fresca como si hubiera dormido diez horas. Llevaba unos vaqueros anchos, una sudadera negra de Nike y una bufanda blanca que le rodeaba el cuello. Lucía increíble, como siempre.

— He dormido tan bien —dijo con una sonrisa satisfecha. Pero al verme, su cara cambió a una expresión de sorpresa—. En cambio, tú estás horrible. ¿Qué te pasó?

— ¿Que qué me pasó? — respondí, dejando caer la cabeza sobre la encimera— Sofía, no me has dejado dormir ni media hora por ayudarte a estudiar... algo de historia que ni recuerdo.

— Pues yo estoy perfectamente —dijo encogiéndose de hombros, despreocupada.

Diego soltó una risa burlona y, con el último sorbo de leche, añadió:

TU FAN || SPREENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora