Michael Schumacher: A second life

11. A Safe Space

(Ginebra, Suiza. 1 semana después)

Mick

Decidí visitar a mamá, era momento de volver, la extrañaba tanto y aunque sabía que su carácter era fuerte y no estábamos en el mejor momento, lo necesitaba. No sabía cómo reaccionaría ante mi visita, la última vez que nos vimos no fuimos muy amables el uno con el otro, por lo tanto decidí alejarme, buscar mi propio espacio, y sanar por mi cuenta, pero a estas alturas, me era imposible continuar distanciado. Si quería sanar necesitaba de ella.

Sabine me ayudó, no quería anticiparle mi visita, quería sorprenderla. Le llevé un ramo de peonias blancas, sus favoritas, realmente necesitaba limar asperezas con mi madre si quería que nos apoyara en este plan, y genuinamente quería que estuviéramos bien de nuevo.

Para mi sorpresa, cuando llegue a la puerta mi madre me recibió con su habitual sonrisa un muestra de cariño dándome un largo abrazo que me tomó por sorpresa, creí que estaba enfadada conmigo, pero no era así. Sonrió cuando le entregue las flores, e inmediatamente las puso en agua.

Caminamos hacia la sala, la luz del sol se colaba entre las cortinas de gasa. Reconfortante y sereno ambiente, como siempre recordaba este lugar, nuestra casa.

Noté unas lágrimas salir de los bellos ojos de mamá, no paraba de decirme lo feliz que se sentía con mi visita, sonreí. Tomamos el té, y charlamos toda la tarde, me comentó lo orgullosa que estaba de mi, y lo mucho que me extrañó y yo a ella. Me hizo sentir mejor respecto a mi paso por la fórmula 1, me estaba yendo bien en WEC y aunque tenía oportunidades para volver el año entrante aún estaba sopesando la mejor opción para mi, no quería revivir las frustraciones, el coraje hacia mi mismo ni la culpa.

Estaba sanando aún, eran heridas que no quería reabrir. Mamá tomo mi mano, ofreció su apoyo, no iba a dejarme solo, y jamás pensó en mi como un fracaso. Era realmente valioso para mi tenerla, me arrepentí de no haber venido antes, sentía como una gran carga se esfumaba de sobre mis hombros, y genuinamente volvía a sonreír.

—Hijo, ¿quieres verlo?— mi madre preguntó, habían transcurrido horas, y ni cuenta nos habíamos dado pues teníamos tanto de que hablar.

—Claro, ¡por supuesto que si!— respondí y nos dirigimos a la habitación de mi padre.

Aunque muchos pudieran pensar en esta habitación como un lugar sombrío y encerrado, era todo lo contrario. Sábanas blancas cubrían la cama donde mi padre permanecía postrado, la habitación bien iluminada por sus amplios ventanales ofrecía una magnífica vista al recientemente construido jardín japonés, una fuente de pared estilo contemporáneo hacía aún más reconfortante aquel sitio, el sonido del agua relajaba y daba paz, luego estaba un pequeño balcón con una mesa y sillones para descansar, las flores frescas nunca faltaban y el ambiente etéreo de la habitación de mi padre nos envolvía en el aroma de los jazmines y nardos a nuestro alrededor.

La recientemente remodelada habitación era un lugar que invitaba a la paz, calma y contemplación.

Algunos trofeos acomodados en una elegante y minimalista repisa de madera clara, fotografías de nuestra familia, recuerdos de sus días como piloto. Y ahí estaba mi padre.

—Hola Papá— me limite a decir tomando su mano.
Su expresión de calma y paz me tranquilizaban un poco, no parecía ser alguien que estuviera sufriendo sin embargo, no sabíamos mucho más al respecto.

***

Pasaron horas donde poco a poco fui contándole sobre todo lo que había pasado en mi vida en los últimos meses mientras mi madre posaba su mano sobre mi hombro, todo lo bueno y lo malo iba saliendo poco a poco, meses de angustia, mis tristezas y alegrías, mis avances en la terapia psicológica, mis más grandes miedos, el apoyo que había recibido de Luca, Jean, Felix, Willi, Mi jefe Torger y mi tío Ralph, noté que mi madre no se inmutó al mencionarlo, sin embargo noté en el monitor de ondas cerebrales que estas se habían acelerado un poco al mencionar a sus antiguos amigos, ¿sería esto señal de que quería saber más de ellos?

Mi madre también lo notó y solo se limitó a sonreírme melancólicamente. Noté eso como la señal para hablar.

—Mamá, ¿puedo quedarme un tiempo más aquí?

—Mick, esta es tu casa, y puedes quedarte aquí siempre el tiempo que tú quieras, mi Mick— nuevamente me abrazó y le respondí de vuelta agradeciéndole.

Salimos de la habitación hacia el balcón que daba al jardín japones admirando su belleza, comimos algunos bocadillos mientras el sol comenzaba su descenso y el cielo se pintaba de mil colores. Si tan solo papá pudiera ver esto, pensé, él siempre amó los atardeceres.

Agradecía a mi madre por permitirme volver a casa, necesitaba unos meses en este lugar seguro, y sabía que ella también necesitaba de mi.

—Sabes Mick, hijo, estoy cansada— soltó sin más de pronto mi madre.

—Si gustas vamos a descansar mamá, yo me puedo quedar con él un rato más, ve a dormir. Lo necesitas.

—No Mick, no hablo de ese tipo de cansancio. Jamás ha sido una carga ni una imposición para mi y lo sabes, sabes lo mucho que lo amo, que estaría dispuesta a todo por verlo sonreír una vez más, pero la rutina, los gastos, la preocupación y la soledad... están acabando conmigo. Siento que en cualquier momento voy a derrumbarme, no puedo más.

Noté como una lágrima recorría su mejilla, y se limpiaba rápidamente con una servilleta. Era cierto, mi madre, tan fuerte, tan admirable y siempre dispuesta a dar un extra por papá. Pude ver el cansancio en su mirada, y cierta culpa también.

—Mamá, no tienes que sentirte mal por decirlo, haz hecho lo imposible por darle todo a papá, y estoy seguro que el lo sabe también.

—¿En serio lo crees hijo?

—Si mamá, te admiro, creo que nunca te lo había dicho, pero eres la persona más increíble que haya conocido.

—Mick, gracias por estar aquí— dijo dándole un sorbo a su vaso de té y tomando de nuevo mi mano.

—Madre, hay algo más que tenemos que hablar...

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¿Cómo creen que reaccione Corinna al saber lo que tiene que decirle Mick?

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Elin 🏎️