Capítulo 3

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Ubicándonos en las profundidades de un denso bosque el cual se encuentra en una de las múltiples islas flotante que rodean la enorme isla en donde está el reino de los dioses griegos, nos vamos a localizar exactamente en una zona abierta. En aquel sitio se pueden observar a dos diosas, estas eran Hera y Hestia. La primera estaba sentada sobre una roca, teniendo sus brazos cruzados y una expresión seria en su rostro. La diosa observaba los diferentes animales que corrían por aquel bosque, cerrando sus ojos Hera sintió la suave brisa que hizo mover su cabello. En el momento en que ella abrió sus ojos, lentamente llevo su mirada hacia su lado derecho y vio a su hermana mayor. Esta última estaba acostada sobre el césped, teniendo sus ojos cerrados esta pudo sentir la mirada de su hermana menor.

Hestia: ¿Hera? - Con lentitud abrió sus ojos -: ¿Qué sucede hermanita? - Elevo la parte superior de su cuerpo, al estar sentada vio a Hera -: Acaso. ¿No estas disfrutando de la tranquilidad que hay aquí? Dime, Hera. ¿No te gusta este lugar? Porque, si no te gusta este sitio. Pues, podríamos ir a otro lugar que te ayude a relajarte y...

Hera: Hermana, ya basta. ¿Sí? - Se levanta -: Hestia, no puedo relajarme. No puedo dejar de pensar en todo lo que ha sucedido el día de hoy, en verdad... - Vuelve sus manos en forma de puño -: Desde que llegamos a este lugar, desde que nos detuvimos aquí hace media hora. Yo estoy intentando distraer mi mente, pero. Yo no logro hacerlo, aún sigue en mi mente el recuerdo de lo sucedido...

Hestia: Comprendo, Hermanita. Pero...

Hera: ¡No! Hestia, ya basta. ¿Si? Tú, tú siempre eres una diosa positiva. Siempre que nos ve a alguno de nosotros triste o enojados, tú vienes e intentas calmarnos. Pero, pero esta vez no vas a lograr calmarme... - Exhala con cansancio -: Hestia, tú nunca has sufrido una humillación. Jamás has sentido tanta impotencia e ira en tu vida... - Dio un paso hacia adelante -: Tú nunca vas a poder entender los sentimientos negativos que están dentro de mi corazón, la única manera de que puedas entenderme es que... - Mueve su cabeza hacia su lado derecho y con el rabillo del ojo observo a su hermana -: Es que tú sufras igual que yo, tal vez. Solo tal vez, si te llegasen a suceder las mismas desgracias que me han estado sucediendo a mí. Puede que llegues a entenderme...

Hestia: Hera... - Se levantó -: ¿Piensas solamente decirme eso? - Suspiró -: Hermana, no creas que me conoces. Tú no sabes absolutamente nada de mí, tampoco sabes si en algún momento yo llegue a sufrir o no... - Se cruzó de brazos -: Una sonrisa no siempre significa que este alegre o feliz, muchas veces las sonrisas pueden ser la mejor mascara para poder ocultar el dolor y el sufrimiento que tenemos...

Hera: ¿Qué? - Sus ojos se engrandecieron del asombro -: Hestia, tú... - Se volteo y vio a su hermana -: Acaso, tú. ¿Tú también has sufrido...?

Hestia: Sí, pero. Yo prefiero no hablar sobre eso... - Después de exhalar con cansancio, una sonrisa se formó en su rostro -: Mejor, vamos a cambiar de conversación. ¿No crees, hermana? - Ve que la contraria la miraba con confusión -: Sabes, Hera. Si continúas así de gruñona, y si llegas a seguir estresándote. Tú vas a terminar volviéndote una anciana...

Hera: ¡¿Qué?! ¿Cómo te atreves a decir eso? - Se acercó a su hermana -: Yo no pienso volverme una anciana, soy una diosa muy hermosa. Acaso. ¿No ves lo hermosa que soy? Tan solo mírame, Hestia. Tengo un hermoso color de piel, mira mi cabello que también es muy bonito, sin contar mis mejores dotes... - Con sus manos se agarra sus senos -: Tan solo mira estas hermosas y grandes chicas...

Hestia: Por favor, Hera. Ya detente...

Hera: No, aún no he terminado de hablar... - Se voltea e inclina hacia arriba su trasero -: Mira mi trasero, también es grande... - Una vez más se volteo, y se cruzó de brazos -: Ahora, dime. ¿Crees que alguien tan hermosa como yo se volverá una anciana?

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