Capitulo 10

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[Hora: 4:16  pm.]

Nuevamente nos ubicaremos en el mundo de los mortales, exactamente nos vamos a localizar en una isla. Esta y las otras dos cercana a ella se les conocen, como: “Las tres estrellas del cosmos”. En aquel lugar se puede ver que todo alrededor aún estaba cubierta por la cortina de humo, al pasar los segundos el humo se disipaba. Gracias a eso se logra ver en ciertas partes de aquella isla en forma circular que habían varias zonas destruidas, en cierto sitio de la isla se observa detrás de una cortina de humo una figura femenina. Cuando aquella figura femenina salió del humo, se vio que esta era Atenea quien tenía unos cuantos rasguños y pequeñas heridas. Con una mirada seria ella veía a su alrededor, de pronto la diosa detuvo sus pasos.

Atenea: No llegue a pensar que mi ataque causaría tanta destrucción en esta isla... - Exhalo con cansancio -: Lo mejor que puedo hacer, cuando vuelva al olimpo voy a ir a hablar con mi tía Deméter. Tal vez, ella pueda ayudarme a plantar nuevos árboles en esta isla... - Se cruza de brazos -: La próxima vez que tenga un enfrentamiento contra criaturas que sean tan fuerte como ese Ents, pues. Lo mejor será que intente evitar hacer daños colaterales, ya que. Nunca se sabe si hay seres inocentes cerca de la zona donde se esté desatando el enfrentamiento y todos ellos terminen muriendo... - Cierra sus ojos -: Al principio no lo había pensado pero. ¿Esta isla tenía algún otro habitante? Espero que los únicos habitantes de esta isla hayan sido los Ents que nos atacaron, porque si había otros habitantes me voy a sentir un poco culpable de que ellos hayan muerto por alguno de mis ataques o por algún ataque de mi enemigo... - Abrió sus ojos y llevo su vista hacia el azulado cielo -: No sé pero me estoy sintiendo algo patética, vaya diosa de la sabiduría soy. Actué de una manera precipitada y es ahora que pienso en las consecuencias que pudo causar mi enfrentamiento contra esas criaturas...

Voz de Hefesto:
Vaya, hasta que por fin logre encontrarte Atenea. ¿Sabes? Te estuve buscando desde hace unos minutos, lamentablemente por esa gigantesca cortina de humo se me dificulto un poco localizarte. Pero, al final ya estoy aquí contigo...

La diosa cuando escucho la voz masculina, de inmediato Atenea movió su cabeza a su lado izquierdo. En ese momento esta pudo visualizar a Hefesto, este último había atravesado una delgada cortina de humo. La diosa al ver que el dios se detuvo, en el rostro de esta se le formo una expresión de curiosidad. La mirada de ella estaba fija en el objeto que Hefesto tenía entre las manos, aquel objeto era un frasco de vidrio el cual contenía en su interior una flor de color azul celeste que brillaba.

Atenea: Oye, Hefesto. ¿Qué es esa cosa que tienes entre tus manos?

Hefesto: ¿Ha? - Vio a la diosa quien se acercó a él y miraba el frasco -: ¿Qué sucede, Atenea? ¿Quieres saber qué es esto, verdad? - Ve a la contraria que lo observo y luego movió la cabeza en señal de afirmación -: Oh, mierda. ¿Qué acabo de hacer? Ahora que lo recuerdo, en esta época todavía no se había descubierto la fabricación del vidrio. Me he adelantado muchísimos años al crear este frasco de vidrio... - Suspiró -: ¿No creo que vaya a suceder algo malo si creo algunas cosas del futuro en esta época? Pero, claro. Debo de ser muy cuidadoso con las cosas que vaya creando...

Atenea: ¿Y, bien? - Ve con seriedad al dios -: Aun sigo esperando tu explicación, Hefesto.

Hefesto: Me sorprende mucho cuando esa actitud de Atenea, aunque comprendo que ella este así de impaciente. Después de todo, ella es la diosa de la sabiduría. En el momento en que Atenea ve algún objeto nuevo e incluso una raza de la cual no sabía su existencia, ella va a querer saber todo sobre ese objeto o raza...

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