Capitulo 13

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[Hora: 1:36 pm.]

Ubicándonos en el mundo de los mortales, nos vamos a encontrar en cierta parte del amplio cielo azulado. A una gran altura más allá de las nubes se logra ver a un caballo alado que se estaba desplazando velozmente, aquel animal repentinamente comenzó a descender. Después de haber atravesado unas cuantas nubes oscuras, se observa al animal nuevamente estabilizarse y después continuo su curso en vía recta. Sobre el caballo alado se visualizan a tres dioses, la diosa que se hallaba sentada de primera era Hestia. Algo que llama mucho la atención es que la apariencia de esta era de una pequeña niña de unos 9 años, teniendo una expresión alegre en su rostro la diosa elevo sus brazos mientras sentía la brisa tocar su rostro. La segunda diosa quien se situaba en el medio, esta era Atenea. Ella como de costumbre era quien sostenía las cuerdas que la ayuda a guiar a su mascota, en el rostro de la diosa se puede ver que tenía formada una media sonrisa. Quien se ubicaba de último era Hefesto, este tenía sus manos en las caderas de Atenea. La mirada que tenía el dios era de seriedad, al este escuchar la risa de la pequeña diosa. De pronto el cerro sus ojos mientras una sonrisa se formó en su rostro.

Hefesto: ¿Por qué? ¿Por qué tuviste que utilizar esa apariencia, Hestia? - La expresión en su rostro cambio a una de tristeza -: Escuchar las risas de Hestia, escuchar esos alegres comentarios. Por su culpa me están llegando mis viejos recuerdos, esos recuerdos de una vieja vida a la cual nunca volveré a tener... - Abrió lentamente sus ojos -: Una adorable y fiel esposa, dos maravillosos y alegres hijos. Una familia que tanto ame, una familia que yo siempre protegí... - Agacho su cabeza -: ¿Proteger? Yo siempre pensaba que protegía a mi familia, que los cuidaba a todos... - Su frente toco el hombro derecho de Atenea, esto causo que la diosa se alterase -: Pero, yo les falle a mi esposa y a mis dos hijos...

Atenea: ¿Hefesto? - Movió su cabeza hacia su lado derecho, con el rabillo del ojo vio al dios -: Oye, Hefesto. Este. ¿Podrías alejarte un poco? - Al ver que el dios no se movía, causo que arquease su ceja derecha -: ¿Hefesto? Oye. ¿Me estas escuchando?

Hefesto: Yo, yo pensé que había enterrado todos esos recuerdos en lo más profundo de mi mente y de mi corazón. No quiero volver a recordarlos, no quiero ver de nuevo esas terribles imágenes... - Su cuerpo empezó a temblar -: Deja de pensar en ellos, Ian. No vuelvas a recordar las imágenes de tu esposa e hijos muertos. ¡Entiérralos! ¡Entierra todos esos viejos recuerdos! - Unas lágrimas brotaron de sus ojos -: Mis pequeños, mi esposa. Yo, yo lo siento. Lo lamento...

Inesperadamente una pequeña mano toco la cabeza de Hefesto, aquella mano inicio a acariciar el cabello del dios causando que el dios sintiera mucha calma en su mente y en su corazón. En ese momento el rostro de Hefesto empezó a elevarse, cuando la mirada del dios estaba dirigida hacia adelante. Él pudo ver que la mano que lo seguía acariciando la cabeza era de Hestia, esta última quien se había volteado. Ella tenía en su rostro una adorable sonrisa. 

Hestia: Lo pude sentir, Hefesto. Sentí el descontrol emocional que estabas teniendo... - Su mano izquierda bajo con suavidad por el rostro del dios y le acaricio la mejilla derecha -: Hefesto, tal vez. Bueno, tú y yo no tenemos tanta confianza. Pero, quiero que sepas que me preocupo por mi familia. Tú eres mi sobrino, y de verdad. Me preocupas, este. A lo que yo quiero llegar, es que. Si algo te tiene intranquilo, yo estoy aquí para escucharte. Incluso te puedo dar grandes consejos...

Hefesto: Tía Hestia...

Atenea: La tía Hestia no es la única a quien puedes acudir para hablar, Hefesto. También yo estoy aquí para ti, después de todo... - Una sonrisa se formó en su rostro -: Nosotros somos amigos, y los amigos están para apoyarse en las buenas. También en las malas, así que. Cuando quieras hablar de alguna intranquilidad que tengas, o cualquier problema que te esté ocurriendo. No dudes en venir a hablar conmigo...

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