Capitulo 6

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Algo no se sentía bien.

Desde el día del rodeo Vicente vio nacer una pared helada entre ellos, todas las pequeñas cosas que en secreto disfrutaba de Camila se hacían desaparecer con ella entre los días.

Y eso no le gustaba. Como un loco repaso durante esa semana el día del rodeo, nada de lo que hizo o dijo tenía una connotación rara o que pudiera lastimarla.

Su familia se comportó y para ser sincero vio a Camila tan comoda entre ellos que parecía nato, pero algo no estaba bien, algo se rompió aquel día y lo peor de todo es que no tenía ni puta idea de lo que se trataba.

Por su parte Camila no tenía idea de cómo proceder, aunque el le pregunto si estaba molesta por algo ella se limito a sonreír amable y decirle que estaba cansada, que le dolía el estómago, que tenía migraña y así encontró un mal diferente para cada vez que se lo preguntaba, porque decirle "No pasa nada" era mentirle y ella era todo pero no una mentirosa.

O al menos eso creía, porque si no le estaba mintiendo a Vicente se mentía a si misma, aquel lugar después se todos esos meses se sentía como su casa, se acostumbro a los pasos de Vicente por la mañana, a bajar un par de horas después con el olor de la cafetera andante.

Se había hecho cargo de aquel lugar sin que nadie se lo pidiera, lavaba la ropa y la tendía en el patio, se sentaba a leer en aquella tumbona que Vicente adecuo en la parte trasera para poder verse el uno al otro cuando llegaba del campo.

Incluso en ello se involucró, llevaba algunas veces algo de comer, los trabajadores eran a amables y sin que ninguno de los dos lo notarán empezaron a llamarle señora.  Camila era la señora de esa casa, y no podría existir mayor mentira que esa.

Vicente por su parte tenía sus cosas favoritas de su existencia dentro de su casa, le gustaba como siempre caminaba descalza, apreciando la duela recién puesta, le encantaba verla en la cocina o sentada enmedio de su habitación doblando la ropa de varios días.

Siempre tenía la radio prendida cantando esas viejas canciones que se repetían una y otra vez en la misma estación. Le gustaba husmear en los libros que leía y platicar de ello mientas prepara la comida.

Camila era muy buena para escuchar y resultó sorprendente que a Vicente al parecer le encantará hablar o al menos así era cuando de ella se trataba.

-¿Que pasa?- la vio de puntillas al estante arriba del refrigerador haciendo malabares

-¿Frambuesas?- Vicente sonrió mirandola como un pequeño cachorro que logra olfatear su comida favorita de entre todo el lugar.

-Lo siento, olvide ponerlo a tu altura- bromeó bajando la canasta sintiendo como ella se alejaba al instante de su espacio personal-Me las dió mi cuñada, al parecer en Las Cumbres  han puesto algunos huertos al igual que en el paraíso-

-Parece una muy buena idea, me gustaría...- y esa frase se perdió tan rápido como lo dijo

-Puedo decirle a Teresa que te enseñe, se que ella estaría encantada- la vio encojerse de hombros mientras lavaba lo que tenía enfrente-¿Que pasa?-

-Nada, solo creo que son muy afortunados-

-¿Porque lo dices?- se acomodo del otro lado de la barra de la cocina para evitar inconodarla

-Tu sabes, tantos amigos, parientes, primos...- suspiro perdida en las frambuesas- creo que haré una tarta... O quizá panques ¿Que te apetece?- se giro con aquella sonrisa falsa que Vicente odiaba

-Panques, quedarían bien en panques- y con una sonrisa se movió en aquella cocina mientras el tomaba una taza de café

Estos días descubrió que sabía muy pocas cosas sobre ella, sabía que su esposo era un hijo de puta, pero lejos de ello no tenía el referente exacto de que tan hijo de puta fue. Tampoco sabía si fue a la escuela, dónde vivió o si alguna vez tuvo una amiga.

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