-¡Felicidades!- Julia entraba con un enorme ramo de flores en aquel salón lleno de rostros poco comunes para ellos.
La pequeña Galería lucia como en los sueños más ambiciosos de Camila, y eran ambiciosos porque el solo hecho de volver a hacer algo como lo que observaba en aquellas paredes era realmente complicado.
Pero jamás fue imposible del todo.
Nadie podría adivinar que la maternidad le daría este tipo de valía a su existencia, las terapias, el amor, y encontrar una nueva forma de expresarse la trajeron de vuelta a la vida lentamente. Ese pequeño lugar en Monterrey le daba un pequeño paso hacia lo que podría venir en el futuro y de no ser así, se daba por bien servida.
Por primera vez en su vida supo lo que era caminar de la mano de alguien, Vicente arreglo todo para recuperar sus viejas pinturas, junto con Julia vaciaron su viejo apartamento en Los Ángeles, sacaron todo su pasado y trajeron con ellos solo lo mejor.
Julia le ayudo a conocer unos cuantos nombres que pudieran serle útiles, Genaro también lo hizo y con ello en pocos días ya tenía una propuesta para montar una exposición con otros artistas locales.
La manera en la que sus pinturas cambiaban en el tiempo era el resumen perfecto de todas sus pérdidas, los colores comenzaron a difuminarse en cada imagen hasta llegar a aquellos campos llenos de luz, a esos vaqueros en movimiento, a un par de pequeños sonriendo mirando cómo les jugaba el cabello el viento.
Quizá los últimos eran menos armoniosos, sus líneas estaban trazadas con mucho más trabajo, se podía ver quizá la falta de "habilidad" pero en realidad eran esos los que más felicidad trasmitían.
Camila vio a Vicente mirar cada pintura del pasado, no tenía colores, solo aquellos que se dibujaban fuera de las ventanas, porque sus historias siempre eran así, con alguien observando un deseo lejano.
Nunca fue un hombre de arte, eso era algo que no lograba entender del todo, jamás fue un ignorante, pero no comprendía, al menos no hasta ese momento, como era que los colores, las líneas, las imágenes te podían hacer sentir tanto con tan poco.
Y ese día se sintió realmente destrozado al ver en ellas todo el dolor de Camila.
-Son buenos- Julia sobo amistosamente la espalda tensa de Vicente- Ella se ve muy feliz, la maternidad le cayó como anillo al dedo. ¿Quién podría pensar que esa mujer tiene dos hijos?-
-¿Quién puede pensar que yo soy el padre?- devolvió la broma con una sonrisa socarrona y divertida- La veo y no puedo creer que se fijara en mí, y más aún en estos momentos, solo mira...- señalo las pinturas- es increíble que pueda crear algo así, no sé cómo nadie tomo todo esto antes y lo puso en alto, son una bola de ignorantes-
-A puesto que lo son- sonrió feliz de verlo de esta manera después de todo lo que cargo en el pasado
Al fondo del pasillo Camila y su hermana hablaban con algunos de los invitados, la joven vestía un bonito vestido campirano, tenía una cintura ajustada y los hombros descubiertos, un par de botas que Vicente le regalo años atrás (y que no podía entender porque siempre quería usarlas) le daban un toque extra entre todas esas personas.
Vicente la adoro a la distancia dando una sonrisa llena de amor cuando sus ojos se encontraron para después recibirla con un beso al verla correr a su lado.
Cada persona de ese lugar podía notar la manera en que ese par se amaba, y lentamente mientras miraban las pinturas y los rumores del pasado se corrían entre los presentes, lograban comprender la manera en la que su vida entera se contaba.
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Las Cumbres
Teen Fiction"Una vez que encuentras al amor de tu vida, lo demás va en declive" esa era la frase que durante años definió los pasos de Vicente, jamás pensó volver a sentir amor, muchos menos a mirar a alguien y que se le acelerara el corazón... o al menos así f...