... dedications...

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JUDE

Hannah y yo habíamos estado viéndonos seguido en Valdebebas últimamente. Nuestros encuentros se habían convertido en algo habitual, algo que esperaba con ansias cada semana. Pero esa mañana, recibí un mensaje de ella diciendo que estaba enferma y no podría venir. No pude evitar preocuparme, así que moví mi itinerario y decidí visitarla en su casa.

Cuando llegué, el hermano de Hannah estaba saliendo. Nos saludamos con un apretón de manos y una palmada en la espalda.

—¿Qué tal, Jude?—me dijo con una sonrisa.

—Hannah está arriba, en su cuarto, viendo Gossip Girl. Está un poco resfriada, pero no parece muy grave.—

—Gracias Erick— respondí, aliviado de que no fuera nada serio. —Voy a subir a verla.—

—Claro, entra. Solo no la hagas reír mucho, que luego le da tos—dijo bromeando mientras se iba.

Subí las escaleras con cuidado, tratando de no hacer mucho ruido. Al abrir la puerta de su cuarto, la vi allí, en pijama, con un pequeño short y un top, su cabello despeinado y sin maquillaje. A pesar de estar enferma, no podía evitar pensar en lo hermosa que se veía.

Hannah levantó la vista, sorprendida al verme.
—¿Qué haces aquí?—

—Vine a ver cómo estabas,—le dije con una sonrisa, acercándome. —Me preocupé cuando me dijiste que estabas enferma.—

Se sonrojó ligeramente, pero me devolvió la sonrisa. —Estoy bien, solo un resfriado. Estaba viendo Gossip Girl para pasar el tiempo.—

Me senté a su lado en la cama, mirando la pantalla de la laptop. —¿De qué trata esta serie?—

Hannah se acomodó un poco, comenzando a explicarme.
—Es sobre un grupo de amigos ricos en Nueva York y todos los dramas que tienen.—

Le eché un vistazo a la pantalla y luego a ella.
—Parece una serie donde todos se enredan con todos.—

Ella se rió, asintiendo. —-Sí, algo así.—

Mientras me explicaba los personajes y las tramas, no podía dejar de mirarla. A pesar de estar enferma, con su cabello despeinado y en pijama, seguía siendo increíblemente hermosa. Tenía un aire de naturalidad y frescura que me hacía admirarla aún más. Sus ojos brillaban cuando hablaba de los personajes, y sus gestos animados me hacían sonreír.

—Entonces—dije, recostándome un poco más en la cama para estar cómodo, —¿quién es tu personaje favorito?—

—Blair—respondió sin dudarlo. —Es complicada, pero tiene un corazón enorme.—

Asentí, intentando seguirle el ritmo.
—¿Y quién es el peor?—

—Vanessa,— dijo, haciendo una mueca. —Siempre se mete en todo y nunca sabe cuándo parar.—

Nos quedamos en silencio por un momento, solo escuchando el diálogo de la serie. Era extraño lo cómodo que me sentía simplemente estando allí con ella, incluso sin hacer nada en particular.

Hannah empezó a moverse, tratando de acomodarse mejor en la cama, pero parecía incómoda. La observé por un momento antes de hacerle una sugerencia.

—¿Por qué no te recuestas en mi hombro?—le ofrecí. —Estarás más cómoda.—

Ella me miró, dudando. —No quiero que te enfermes también.—

—No importa si me enfermo,—insistí suavemente.
—Lo importante es que estés cómoda y te sientas mejor. Además, pasaré más tiempo contigo, así que vale la pena.—

Bajo las Luces del Estadio: Entre Goles y Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora