JUDEEl viernes había llegado, el día antes de la final de la UEFA Champions League, y aunque normalmente estaría lleno de emoción y expectativa, hoy no podía evitar sentirme diferente. La sesión de entrenamiento en Valdebebas era ligera, más enfocada en mantener la forma física que en trabajar en nuevas tácticas. Los entrenadores querían que estuviéramos frescos para el partido de mañana.
Mientras hacíamos los estiramientos iniciales, podía notar cómo mis compañeros estaban relajados, bromeando y riéndose como de costumbre. Pero yo me sentía desconectado, como si una sombra hubiera caído sobre mi ánimo. Mi mente no estaba en el campo, estaba en París, donde Hannah había tenido que ir de manera inesperada.
Después de unos minutos, Vini, que siempre estaba atento a los cambios de humor, se acercó a mí con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Qué pasa, hermano? —me preguntó, dándome un leve empujón en el brazo—. Estás más callado que de costumbre hoy.
Le sonreí débilmente, intentando fingir que todo estaba bien, pero claramente no era suficiente. Rodrygo, que había estado escuchando desde cerca, se unió a la conversación.
—Sí, parece que hoy no estás con nosotros, Jude. ¿Todo bien? —Rodrygo me miró con genuina preocupación.
Suspiré, sabiendo que no tenía sentido ocultar lo que estaba pasando. Estos chicos eran mis amigos, mis hermanos en el campo.
—Es Hannah —dije finalmente, pasándome una mano por el pelo—. Tenía que ir a París por un contrato importante, y... —vacilé un momento, sin saber cómo expresar lo que sentía sin parecer egoísta—. Y quería que ella estuviera aquí mañana, en el partido. Es un día importante, ¿saben?
Hubo un silencio breve antes de que todos asintieran, comprendiendo inmediatamente la situación. Brahim fue el primero en hablar.
—Lo entiendo, hermano. Quieres compartir este momento con ella —dijo con un tono comprensivo.
—Es completamente normal —añadió Camavinga—. Pero, oye, seguro hará todo lo posible para estar aquí. Ella sabe lo importante que es para ti.
—Sí, además —intervino Carvajal, siempre el más sensato—, tu conexión con Hannah es fuerte. Aunque no esté aquí físicamente, sabes que te estará apoyando desde donde esté.
Asentí, apreciando sus palabras, pero aún con una sensación de vacío en el pecho. La idea de mirar hacia las gradas y no verla allí, animándome con esa sonrisa que podía iluminar mi día más oscuro, era más dolorosa de lo que había anticipado.
Fede, que había estado escuchando en silencio, se acercó y me dio una palmada en la espalda.
—No te preocupes, Jude. Mañana, cuando salgas al campo, hazlo con la certeza de que Hannah te está viendo, incluso si es desde la distancia. Y cuando metas ese gol —sonrió con confianza—, sabes que estará sonriendo, orgullosa de ti.
Intenté aferrarme a esas palabras, a esa imagen de Hannah viéndome desde lejos, con el orgullo brillando en sus ojos. Pero aun así, no podía evitar sentirme un poco abatido. Quería que ella estuviera allí, en persona, para compartir ese momento.
Lucas, con su tono de voz relajado pero serio, intervino por último.
—Jude, hermano, mañana será un día increíble, estés donde estés. Y créeme, Hannah estará contigo, ya sea en cuerpo o en espíritu. Ahora, vamos a terminar este entrenamiento y relajarnos un poco. Necesitas despejar la mente.
—Gracias, chicos —les dije con sinceridad, agradecido por su apoyo—. Sé que están en lo cierto. Solo... bueno, quería compartirlo con ustedes.
Después de eso, continuamos con el entrenamiento, y aunque seguía sintiendo ese vacío, el saber que mis compañeros entendían por lo que estaba pasando me ayudó un poco. Mañana sería un gran día, pero no podía evitar desear que Hannah estuviera allí conmigo, en las gradas, alentándome.
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Bajo las Luces del Estadio: Entre Goles y Corazones Rotos
FanfictionEs una historia de amor que explora cómo dos personas de mundos aparentemente diferentes pueden encontrar el uno en el otro la autenticidad y el amor verdadero que siempre han buscado.✨