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JUDE

Mientras regresaba a Madrid después de la victoria contra el Barcelona, me acomodé en mi asiento del avión, sintiéndome satisfecho por el partido. La atmósfera en el vestidor había sido animada, pero ahora, en el silencio del vuelo, tenía tiempo para pensar. Saqué mi bolso de mano y, entre las cosas que había metido, encontré la cartera de Hannah.

Era una cartera pequeña, negra, de la marca Coach. Recordé que Hannah siempre prefería el negro porque pensaba que era un color fácil de combinar y, además, era uno de sus favoritos. La cartera estaba bien cuidada, como todo lo que solía llevar. Mi curiosidad me llevó a abrirla.

Dentro, encontré varios billetes de euros. Me sorprendí al ver la cantidad. Justo en ese momento, Fede se sentó a mi lado y, al notar lo que estaba mirando, dijo en tono bromista:

—Oh vaya, Jude. Solo espero que todo ese dinero lo hayas conseguido legalmente.

Me reí ante el comentario.

—No es mío, Fede —respondí—. Es de Hannah. Me la encontré en los pasillos del estadio después del partido. Se le cayó, pero no pude devolvérsela por culpa de los entrevistadores.

Fede me miró sorprendido.

—¿De Hannah? ¿Tu chica? ¿Y qué haces con esto?

—Exacto. La recogí y no tuve oportunidad de devolvérsela—explique

—Vaya, qué bien le pagan a tu chica, aparte, todos vimos cómo le dedicaste ese gol. ¿Quién pensaría que Jude Bellingham sería así de cursi?

Me eché a reír, apreciando el sentido del humor de Fede. Mientras reía, seguí revisando la cartera y encontré algo más. Saqué una pequeña foto tipo polaroid que estaba escondida en uno de los compartimentos. La foto mostraba una imagen mía, probablemente tomada en uno de nuestros momentos juntos.

Fede, al notar mi sorpresa, comentó:

—Vaya, parece que están locamente enamorados, ¿eh? A tal punto que tu chica guarda una foto tuya. Es... wow.

Miré la foto en mi mano, impresionado por el detalle. No me esperaba encontrar algo así. La imagen de la cartera de Hannah me hizo reflexionar sobre lo que significaba para ella y cómo, a pesar de las dificultades y el tiempo separados, nuestro vínculo seguía fuerte.

Fede observó mi expresión y, con una sonrisa, añadió:

—Bueno, parece que tienes mucho que ponerte al día. Pero no te preocupes, Jude, a veces el destino tiene sus propias formas de hacer que las cosas encajen.

Con una sonrisa en el rostro, guardé la foto y el dinero en la cartera de Hannah, sintiéndome más motivado que nunca para encontrar la forma de resolver las cosas entre nosotros.










HANNAH

Ya habían pasado tres días desde el emocionante partido en Barcelona, y la vida había vuelto a su ritmo habitual. Los días recientes habían sido una mezcla de emociones intensas y momentos de reflexión. Pero ahora, tenía algo que esperar con ansias: una pijamada con Alex, Juan y Sabrina.

Nos habíamos puesto de acuerdo para hacer esta pijamada porque hacía tiempo que no nos veíamos. Sabrina, Juan y Alex estaban ocupados con sus propios compromisos, y nuestras agendas se habían complicado. Pero finalmente, logramos encontrar un momento para reunirnos. Estaba emocionada por verlos y ponernos al día.

Ese día, mientras me preparaba para la pijamada, me di cuenta de lo mucho que había cambiado mi vida en los últimos meses. Mi casa estaba casi terminada, y mi Porsche rosa estaba estacionado en el garaje. Además, había comprado una camioneta para complementar mi estilo de vida. Sin embargo, a pesar de todos estos logros, sentía que algo seguía faltando. Mi misión, más allá de los éxitos profesionales, era volver a estar con Jude y, por supuesto, adoptar un perrito que tanto deseaba.

Bajo las Luces del Estadio: Entre Goles y Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora