...crazy in love...

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JUDE

El sol brillaba intensamente cuando llegué a Valdebebas, el centro de entrenamiento del Real Madrid. La emoción de estar de vuelta y de enfrentar un nuevo día de entrenamiento se sentía en el aire. Al acercarme a los campos, me encontré con los chicos del equipo, que estaban en medio de una charla animada.

—¡Miren quién llega! —gritó Vinícius con entusiasmo—. ¡Es el hombre del momento!

Los jugadores comenzaron a hacer una bulla, coreando "uhhhhhh", "Judy está enamorado" y "uyyyyyyy", mientras me dirigía hacia ellos. La broma se sentía ligera y amistosa, pero no pude evitar reírme ante el espectáculo. Los chicos estaban claramente enérgicos y disfrutando de la oportunidad de bromear sobre mi reciente estado romántico.

—¡Vamos, no sean tan obvios! —les dije con una sonrisa, tratando de mantenerme tranquilo mientras disfrutaba de la atención.

En ese momento, el entrenador del Real Madrid, Ancelotti, se acercó con su habitual presencia imponente. Observó la escena con una mirada curiosa y luego se dirigió a nosotros.

—¿Qué sucede aquí? —preguntó, levantando una ceja.

Uno de los jugadores, Rodrygo, no perdió la oportunidad de continuar con la broma.

—Nuestro dorsal número cinco está más enamorado y cursi que nunca —dijo, provocando una risa generalizada entre el equipo.

El entrenador se rió, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.

—¿En serio, Jude? ¿Te has vuelto el Romeo del equipo?

Me reí junto con el resto del grupo, sintiendo una mezcla de vergüenza y diversión. La broma se sentía ligera y sin malicia, y era una buena manera de relajarse antes del entrenamiento.

Cuando el entrenamiento comenzó, nos dirigimos al campo. El entrenador había planeado una sesión enfocada en la precisión de los tiros. Me concentré en la tarea, intentando meter el balón en la portería con la mayor precisión posible. Mientras intentaba una vez más, sentí la presencia del entrenador acercándose por detrás.

—Jude, —dijo Ancelotti—, quiero que pienses en algo mientras estás en el campo. Para ti, ¿quién debería estar en cada partido gritando tu nombre desde las gradas?

Cerré los ojos un momento, imaginando las gradas llenas de espectadores y pensando en Hannah. La visión de su sonrisa y su apoyo incondicional me dio una sensación de motivación que no podía ignorar.

—Hannah, mi chica —respondí, abriendo los ojos y mirando al entrenador.

Ancelotti asintió, dándome una sonrisa alentadora.

—Exactamente. Ahora imagina que ese balón que estás intentando meter en la portería es especial para ella. Imagina su voz en las gradas gritando tu nombre. Piensa que eso es tu mayor motivación, y vas a lograr lo que quieres, muchacho.

Me sentí inspirado por sus palabras. La idea de hacer que Hannah se sintiera orgullosa de mí se convirtió en una fuerza impulsora en mi mente. Miré el balón frente a mí, visualizando cómo quería que el tiro fuera perfecto. El entrenador me dio una señal para que estuviera listo.

—Cuando estés listo, pégale al balón —dijo Ancelotti, con una expresión de confianza en su rostro.

Concentrado, me preparé para el tiro. Me enfoqué en la meta, visualizando a Hannah animándome desde las gradas. Sentí una oleada de energía positiva, y con una respiración profunda, me lancé al tiro. El balón voló por el aire y se metió limpiamente en la portería. El sonido del golpe y el fondo de la red llenaron el aire, y el entrenador asintió con satisfacción.

Bajo las Luces del Estadio: Entre Goles y Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora