...Sombras de Celos...

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JUDE

Estaba en la oficina de Valdebebas, revisando algunos correos mientras esperaba el inicio de la sesión de entrenamiento. El ambiente estaba relajado, hasta que Vinícius, Rodrygo, Lucas y Camavinga entraron en la sala, con sus caras llenas de picardía.

—¡Mira quién llegó, el chico enamorado !—, exclamó Vinícius con una sonrisa traviesa. —Entonces, ¿ya te atreviste a pedirle a Hannah que sea tu novia?—

Rodrygo se unió al juego: —Sí, ¿qué pasa? ¿Todavía no es oficial?—

Lucas también se rió y añadió: —¡Vamos, Jude! ¡Es hora de ponerle nombre a la relación!—

Me sonrojé un poco, tratando de mantener la calma. —No, todavía no lo he hecho. Todo está en proceso.—

Las risas llenaron la sala, y Camavinga comentó —¡Vamos, Jude! No te hagas el tímido. ¡Queremos ver algo oficial pronto!—

En medio de las bromas, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Hannah. Pero decidí llamarle, tratando de ocultar la sonrisa que se estaba formando en mi rostro ella me respondió la llamada. —Hola, bonita. ¿Tienes planes hoy?—

—Hola, Jude. Sí, tengo una tarde un poco ocupada—respondió Hannah con un tono ligeramente apresurado.

—¿Ah, sí? ¿Por qué?—pregunté, intrigado.

—Es que tengo una sesión de fotos para una marca,—explicó.

—¿Y no te permiten llevar un acompañante?—inquirí, intentando sonar casual pero con un toque de interés.

—Ya sé cuál es tu punto—dijo Hannah, con un tono divertido. —¿Quieres acompañarme?—

No pude evitar sonreír ampliamente. —Sí, claro.—

—Te llamo cuando esté cerca de Valdebebas—respondió Hannah antes de colgar.

Miré a mis amigos, que seguían bromeando y lanzándome miradas cómplices. Sabía que este momento, aunque lleno de bromas, era un claro indicio de lo bien que estaban yendo las cosas con Hannah. No podía esperar para pasar la tarde con ella.

...

El entrenamiento había terminado, y estaba en la sala de vestuarios preparándome para salir. Mis compañeros de equipo estaban en medio de sus bromas habituales, cuando mencioné casualmente que iba a salir con Hannah.

Cuando salimos del vestuario, Camavinga me llamó mientras bajábamos las escaleras. —Oye, Jude, ya llegó tu chica—dijo, señalando hacia el vestíbulo.

Al voltear, vi a Hannah hablando con Antonio, uno de los trabajadores del Madrid. Había algo en esa escena que me resultaba familiar, pero no podía recordar de dónde conocía a Antonio y a Hannah. La intriga y la curiosidad se transformaron en celos cuando me di cuenta de lo cómodos que parecían al hablar.

—¿Te estás poniendo celoso, Jude?—se burló Camavinga, mientras los otros reían. —¿Acaso no confías en tu chica?—

Vinícius se unió a las bromas: —Vamos, Jude, ¿qué pasa? No es para tanto.—

Rodrygo me dio una palmada en la espalda. —¡Relájate, hombre! Solo están charlando. ¿No ves que es solo un amigo?—

Mientras me acercaba, intenté controlar mis emociones. La familiaridad entre Hannah y Antonio me hizo cuestionar su relación, y no podía evitar sentir un pinchazo de celos. A medida que me acercaba, las bromas continuaron y las miradas de mis amigos se volvían más cómplices.

Hannah se dio cuenta de mi presencia y se giró para saludarme. —¡Hola, Jude! Estaba justo hablando con Antonio sobre algunos detalles de la sesión de fotos.—

Bajo las Luces del Estadio: Entre Goles y Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora