cincuenta y ocho.

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Los labios de Hueningkai estampandose contra los suyos era de lo más preciado y adictivo para él. Llevaba unos quince minutos confeccionando sus movimientos inexpertos sobre la boca contraria, mientras el calor empezaba a acumularse en sus cuerpos. No pudo negarse a corresponder al ardiente beso que el castaño le había dado de pronto, como pudo, comenzó a mover sus labios al mismo ritmo que el de Hueningkai.

Estaba fascinado.

—¿sabes?, siempre me gustaste. Siempre busque la forma de llamar tu atención y que pudiéramos estar juntos todo el tiempo. Me daban celos cada vez que Yeonjun estaba cerca de ti.

—pero hace apenas unos días ni siquiera me conocías.. o eso decía la primera impresión hacia mí.

—lo sé, mi mente no tiene muchos recuerdos de ti. Tal vez fue lo mejor, ahora que te tengo enfrente, puedo aclarar todo lo que siento por ti.

—¿y qué sientes por mí..?

—quiero quitarte la ropa.

Soobin no tenía ni idea de cómo reaccionar a eso, solamente estaba debajo de él, con la respiración agitada por el reciente cardio que habían hecho sus lenguas, sonrojado al mil y no negaba que estaba cachondo y quería exactamente lo mismo que el castaño le había dicho.

Aunque, se le hacía cruel.

Se dejó llevar, le sonrió y eso fue como un sí automático para que Hueningkai plasmará sus labios en su cuello. Estaba inmóvil, jamás se imaginó estar en una situación así, era un niño de casa, sin amigos, coleccionaba juguetes, veía dibujos animados todo el tiempo y su madre aún le consentía como si tuviese cinco años, no tenía ni idea de lo que era el sexo, sus amigos eran unos pervertidos que exponían cuántas pajas se habían hecho la noche anterior, en ocasiones, había escuchado a su madre y a su padrastro tener sexo a altas horas de la noche sin importarles que él estuviese despierto aún. Fue traumático, sentía que era algo malo y se sentía culpable de solo pensar en algo así, no sabía absolutamente nada. Pero, jamás era tarde para aprender.

Para Hueningkai también era algo completamente desconocido, sus padres lo mantenían cautivo todo el tiempo, al igual que Soobin, no tenía idea de cómo hacer ese tipo de cosas, pero no iba a irse a su vida aburrida en Busan otra vez sin haber hecho algo nuevo. Simplemente se concentró en darle besos a Soobin por todo el cuerpo, colando sus manos por los lugares más ajenos, como lo era la fina y delgada cintura del pelinegro, se sentía tan bien, al parecer era un momento en el que ambos estaban de acuerdo, y al día siguiente, se acordarían absolutamente de todo. El pelinegro se limitaba a gemir o jadear, le avergonzaba pensar que seguramente se escucharía mal, solamente cerraba los ojos con tanta fuerza para no ver lo que estaban por hacer, seguía con la vergüenza encima. —pero.. ¿no está mal?

—¿por qué lo estaría?— dijo sin parar sus caricias, que ahora estaban en su abdomen, cerca de su pelvis, y por lo visto, la única prenda que resguardaba su intimidad, era su pantalón de pijama. Sonrió para sus adentros cuando lo descubrió, pero a la vez, intentando poner atención a lo que Soobin diría. —¿esto no es algo que haces con alguien que quieres, y te gusta..?

—¿y no es lo que estamos haciendo?, acabo de confesarte que me gustas y.. por ende, te quiero.

—no nos vemos hace años Kai.. no sé. Lo que tuvimos fue un juego, algo pasajero, seguramente en Busan tienes algo más con alguien, o.. con Sunghoon, o quizá conociste a alguien está semana aquí. Me refiero a que.. esto lo haces con tu pareja, con alguien que quieres, no con alguien que recién conoces..— Evidentemente estaba incómodo, no con la situación, ¿pero y si no era mutuo? —Binie, sé lo que siento. Y sé que sientes lo mismo, no está mal, te lo prometo. Pero, si quieres que me detenga, estoy de acuerdo, ¿bien?

pretty boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora