sesenta y seis.

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Después de una tercera ronda, Soobin no tuvo más energía para seguir encima de Hueningkai, cayendo rendido en su pecho, sudando, con la respiración agitada y con un espasmo recorriendo su cuerpo por el reciente orgasmo que había tenido. Al igual que Hueningkai, ambos riendo nerviosos por lo que acababa de suceder, pues había sido mucho más intenso que la vez pasada.

—Dios, eso fue increíble.. debemos hacerlo más a menudo.— dijo tratando de regular su respiración al igual que el pelinegro encima de él, acariciando sus cabellos mojados por la sudoración de su cuerpo. Soobin asintió con un simple movimiento de cabeza. —¿aún piensas irte?, creo que es muy tarde, mejor vete mañana..

—me duelen muchísimo las piernas, probablemente tomé en cuenta lo que dices.

—mis padres no han llegado, ¿quieres comer algo?, digo.. no tengo mucho, puedo preparar un ramen rápido y traerlo para ti.

A Soobin le tembló el corazón por escuchar la propuesta tan servicial de Hueningkai. Subió su mirada hacia su rostro, estando esta vez cara a cara, tomó su mejilla entre sus manos y la besó, mientras las manos de Hueningkai se encontraban aún en su cintura desnuda, le abrazo por el cuello y suspiró enamorado. —de acuerdo.. me quedaré aquí.

—no tardaré, puedes ducharte si quieres y agarrar la ropa que quieras del armario para cambiarte, ¿bien?, ya vengo.— Soobin se hizo a un lado para que Hueningkai pudiese levantarse de la cama e ir a preparar la cena para el pelinegro. No sin antes despedirse de él con un beso en la frente, se levantó de la cama después de haberse puesto al menos la ropa interior y salió de la habitación, dejando a un Soobin totalmente ilusionado con lo que había pasado. Chilló en secreto después de que Hueningkai desapareciera de la habitación, envolviendose en las sábanas donde momentos antes había tenido intimidad con ese hombre, lo amaba como a nadie.

Buscó su celular entre las sábanas para poder mandarle un mensaje a Beomgyu. No sin antes, tomarse una foto en la cama de Hueningkai, semidesnudo, con las sábanas desordenadas y él con la sonrisa más alegre que había tenido nunca, sus ojos se achincharon por la emoción y un simple clic bastó para guardar ese recuerdo por el resto de su vida no solamente en su mente. Le mandó un mensaje a su amigo para hacerle saber que estaba más que bien, para después volver a bloquear su pantalla y dirigirse con un poco de dificultad hacia la ducha, necesitaba un baño urgente. Aunque le dolía, le dolía tener que lavar su cuerpo después de haberlo entregado al hombre que más amaba, pero sabía, que habría una tercera vez.

Tenía que estar al menos un poco limpio para cenar junto a él.

Ni siquiera supo en que momento Hueningkai había llegado con la comida a la habitación, cuando salió de la ducha, se lo encontró sentado en la cama que ya estaba perfectamente tendida y ordenada. El castaño le sonrió al verle, escaneandolo con la mirada de abajo hacia arriba, mirándolo con tanto amor, como si de verdad le gustará.

—¿siempre te ves así de guapo?

—no lo sé, nunca lo había pensado.— se mostró tímido, buscando su ropa para volver a ponérsela. —hey, te dije que podías agarrar lo que quisieras del armario. No vas a dormirte con la misma ropa en la que nos corrimos juntos, toma algo de ahí, tranquilo.

—¿y tú siempre eres así de vulgar?

—eso creo, apúrate antes de que te vuelva a coger y dejemos que esto se enfríe.— Soobin encogió los hombros, dándose la vuelta para poder buscar algo en el armario de Hueningkai que le agradará, además de ropa interior prestada y tomó lo primero que se le puso en frente, una camiseta holgada y unos pantalones de pijama de Spiderman, evidentemente pertenecientes al castaño. Se cambió bajo la atenta mirada de Hueningkai, quien no quitaba los ojos de encima del perfecto cuerpo de Soobin, su voluptuoso trasero, sus piernas delgadas, su espalda marcada y su abdomen plano, era simplemente irreal.

pretty boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora