cincuenta y uno.

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Soobin estaba desesperado haciendo sus labores diarias porque su madre había estado tan ebria, que se le olvidó por completo que su hijo tenía permiso para salir. Aunque eran cosas que debía cumplir, estaba enojado porque su madre no le había puesto atención y le tratará como si fuera su culpa el hecho de embriagarse y decir cosas que no debía. Al final, ella le había puesto como condición que debía limpiar su habitación, lavar su ropa, hacer sus deberes del colegio y limpiar la sala y cocina para que pudiera salir.

Le molestaba muchísimo que su madre fuese así con él, y para ser honesto, no sabía porque, si él siempre había procurado portarse bien y ser un buen hijo para evitarse todo esto. Sin embargo, él más que nadie sabía que su padrastro era el que le envenenaba la cabeza a su madre. A veces Soobin se preguntaba, ¿qué sería de su familia paterna?, lo único que él sabía, era que su padre había elegido ser feliz y rehacer su vida lejos de ellos, recordaba haber vivido mucho tiempo con su madre solamente, antes de que su padrastro llegará a sus vidas.

Siempre sintió que no encajaba en ningún lugar a donde fuera, por suerte, actualmente tenía amigos. De no ser por ellos, no sabía que era lo que iba a suceder con su vida, nunca supo el porque su vida empezó a deteriorarse y a sentirse pesada como si ya hubiese vivido ochenta años de vida. O tal vez lo sabía, pero se le hacía una razón muy absurda. Sin embargo, nunca supo como superar el hecho de que uno de sus mejores amigos, le abandonará sin razón, haciéndole creer que era su culpa. Y al no haber formado otra conexión igual de espontánea que con ese niño, desde entonces, se ha sentido desplazado de absolutamente cualquier vínculo social. Parecía que Hueningkai se había llevado la mitad de él. Se sentía incapaz de todo y la situación en su casa, definitivamente no era la mejor.

Suspiró mientras continuaba ordenando sus peluches en su habitación, siempre han sido su adoración y una forma de mantener vivo el recuerdo de su amistad con Kai, recordaba que los peluches eran su cosa favorita, algo que compartían mutuamente. Tenía peluches de todo tipo, tal vez, sólo tal vez, si Hueningkai algún día regresaba, se los mostraría absolutamente todos. Sabía que él no podía olvidarlo, sentía que era inolvidable, sabía que él también había marcado algo en la vida del risueño castaño que ha vivido en sus pensamientos desde hace más de diez años. Sonrió ingenuamente al recordar esa vez en la pijamada de Beomgyu, le avergonzaba acordarse de esa situación, pero le encantaba revivir el momento en su pequeño cassette incrustado en su cerebro. Continuó limpiando su habitación hasta que su madre tocó la puerta de su habitación, asomándose entre el marco de la puerta. —¿terminaste?, Kihyun te necesita para que le ayudes a instalar unas cosas del auto.

Él aún estaba volteado, dándole la espalda a su madre. Automáticamente rodó los ojos al escuchar la orden de su madre, él aún tenía muchas cosas que hacer, y sabía, sabía perfectamente que esas peticiones las hacían adrede, para que se mantuviera ocupado y no le diera tiempo de arreglarse para salir, siempre lo hacía y su madre era cómplice de eso. Pero esta noche sería absolutamente la excepción, debía ir a la fiesta con sus amigos y lo demás no importaba. —no puedo, aún tengo cosas que hacer, que lo haga él.

—Soobin, ¿qué te pasa?, últimamente estás insoportable y no entiendo porque. Nunca has aceptado al hombre que nos ha ayudado toda la vida, ¿por qué no puedes ser acomedido?, siempre estás a la defensiva. Además, lo que te están pidiendo son cosas de hombres, ¿o te gusta estar lavando, limpiando y barriendo como lo hace una mujer?, te he dicho una y mil veces que no debes comportarte como si lo fueras, ese siempre ha sido el problema contigo y estoy harta. ¿Eres mujer?, ¿eres maricon?— su madre, al igual que él, estaba agresiva. Su intención no era colmar la paciencia de Yoorim, pero sabía por donde iban estas cosas, su padrastro era muy ingenioso para estropear sus planes, sin embargo, esta vez no se lo iba a permitir.

pretty boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora