sesenta.

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Finalmente era fin de semana, no más escuela, no más ver a Sunghoon. Se sentía mucho más tranquilo estando en casa, sin convivir con nadie que no fueran las voces en su cabeza. Hoy tenía un compromiso muy importante, esperaría a Beomgyu para que le pudiera entregar su celular "nuevo", estaba emocionado, habían hecho un intercambio de el aparato a cambio de que le hiciera las tareas y trabajos escolares durante dos meses, no se quejaba, amaba hacerlos y para él, era muy fácil, no entendía porque su amigo se complicaba tanto al estudiar y hacer sus deberes. Para él, era un trato justo.

Ahora estaba tranquilo, sin celular, sin internet, sin nada que le dañará la cabeza. Sin embargo, le temía a la adicción que le iba a generar ese apartado, tal como lo pintaban en los programas de televisión que transmitían valores a través de casos relativamente dramáticos. Estaba ordenando su habitación para recibir a su amigo en ella, le incomodaba muchísimo que estuvieran en la sala con la juzgadora mirada de su padrastro en el sofá, además, de que no tenía permiso de merodear por otro lugar de su casa que no fuese su habitación. Mientras tendía las sábanas de su cama, un bombardeo de memorias le pegó directo en el pecho. Ahí, justo en ese lugar, había dormido junto a Hueningkai después de tener intimidad. Y de nuevo ahí estaba él, en sus pensamientos.

Como siempre, una ingenua sonrisa se hizo presente en su rostro, sonrojandose al instante por recordar aquella noche. Nunca se imaginó si quiera besar a alguien, mucho menos el hecho de entregar su cuerpo, y para ser honesto, había sido la mejor experiencia de su vida. Pero a la vez, la más horrible. Aún sentía culpa, se sentía sucio, se sentía abandonado, se sentía insuficiente. Salió de sus pensamientos al escuchar que alguien tocó la puerta de su habitación, sabía que se trataba de Beomgyu, pues su madre nunca tocaba. Se dió la vuelta y se dirigió a abrirla, encontrándose con su amigo en la puerta.
—hola, ¿cómo estás?— Soobin se hizo a un lado para que Beomgyu pasará a su habitación, mientras él se encargaba de cerrar la puerta.
—oye, ¿de verdad te tiraste a Huening en esta pocilga?, ¿con tu póster de Bebe Rexha mirando todo?— se burló, ocasionando que Soobin le jalara el pelo y tuviera ganas de azotarlo en el suelo y darle de patadas mientras Beomgyu gritaba.

—¡cállate!, deja de estar jodiendo con eso, no te lo conté para que te estés burlando de mí cada vez que me veas, imbécil.— Beomgyu rió, mientras se acomodaba en el borde de la cama de Soobin. —amigo, es que de verdad no puedo creer que hayas cogido. Eres todo un adulto.

Soobin rodó los ojos y trato de ocultar su sonrojo, tomó asiento en su silla giratoria posada frente a su escritorio y la rodó hasta donde Beomgyu se encontraba. —ten, este es su cargador y también me tomé la molestia de darte estos, no están usados, me los regaló mi hermana por mi cumpleaños, pero no son de marca, no los quiero.— el castaño sacó de su mochila una caja con su celular antiguo que ahora había acondicionado para que su amigo pudiese usarlo como nuevo, además de todos sus demás accesorios; cargador y unos audífonos de casco. Soobin al escuchar lo último, arqueó una ceja mostrando su indignación. —¿vas a darme lo barato entonces?

—Jajaja, mentira, me los regaló por mi cumpleaños. Pero estoy muy encariñado con los míos, estos puedes quedartelos.

—de acuerdo, ¿estas seguro de que no quieres nada a cambio además de lo que prometimos?— su amigo le extendió las cosas, que ahora serían suyas, no negaba que estaba emocionado, no le importaba si era usado, o si era de su amigo, confiaba en él y agradecía su gesto. —no, estoy bien así, en serio. Quizá un beso como los que le das a Hueningkai también me vendría bien..

Beomgyu achinchó sus ojos y paró sus labios en señal de que estaba esperando a que Soobin le besará, el contrario solamente le miró con asco, segundos después le dió un pequeño empujón. —no gracias, mejor te devuelvo tus cosas..

pretty boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora