ochenta.

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Ni siquiera pudo pegar un ojo en toda la noche del horrible sabor de boca que le había dejado ese escalofriante mensaje y tenía demasiadas dudas en la cabeza, así como también demasiados planes para hacer, los cuales no estaba seguro de accionar, alguien tenía que salir lastimado en cada uno de ellos y él no quería dañar a absolutamente nadie, pero no había otra alternativa más que buscar el bien propio que el de los demás por más egoísta que sonará.

Dañar a su familia entera o dañar al hombre que más lo procuró incluso más que los primeros mencionados. ¿Qué debía hacer exactamente?

Tal vez este era el momento correcto para sostener bien sus pantalones y decir la verdad por primera vez en su vida.

Eran casi las tres de la tarde y Hueningkai no aparecía por ningún lado y algo en él tenía la ligera sospecha de que lo dejaría plantado, su ansiedad empezaba a carcomerle la cabeza de todos los caóticos escenarios de lo que podría pasar.

"vendrás?"

Fue lo único que tecleó en el chat del castaño empezando a adelantarse a casa de su padre a unas cuantas cuadras, Hueningkai no iba a aparecer y él tenía que resolver el problema en el que se había metido, con lo fácil que era negarse a ser grabado mientras tenían intimidad, con lo fácil que era haber terminado a Hueningkai después de que él le arruinase la reputación en el colegio, con lo fácil que era no haber puesto más sus ojos en ese desconocido.

Porque eso era Hueningkai para él, un desconocido, no conocía absolutamente nada de su vida en Busan, ni de él, ni de lo que se traía entre manos, conocía su nombre y apellidos, su cuerpo, lo que le gustaba hacer en la cama y el único sueño que se había dignado a contarle esa vez de la cita, de ahí en fuera no conocía nada de él y había accedido a meterse con él en una relación sin siquiera conocerse y dejarse llevar por la pasión, la química y la chispa que tuvieron alguna vez siendo niños, sin tener noción de lo que sentían, pudo haberse quedado así, como un crush platónico de la escuela primaria de no ser que Soobin era un museo de nostalgia, lleno de recuerdos.

Estaba por llegar a casa de Sehun cuando sintió su celular vibrar.

"estoy en camino, debemos hablar urgentemente."

"lo sé, ¿dónde estás exactamente?"

"veámonos en el mismo lugar de anoche."

"vale."

Tal vez desahogarse con su padre tendría que esperar y debía anticiparse, durante la tarde le mandaría un mensaje avisándole que iría para hablar un rato. Se dió la media vuelta para volver a caminar de regreso al parque donde se había ido a charlar con Hueningkai la noche anterior, frenando de inmediato al ver que un lujoso auto se aproximaba a él con intenciones de probablemente arroyarlo, intentó evadirlo y correr para llegar con Hueningkai, pero fue en vano, puesto que de aquel vehículo se bajó un hombre que de sólo verlo se le hacían nudos las tripas de la repulsión que le causaba.

—¿a dónde vas?, creímos que estarías lejos, en la calle pidiendo limosna o prostituyendote. Oh, espera, ¿ya viste el vídeo que ha estado circulando en "tooooodo" el internet?— se burló, haciendo que tuviera ganas de partirle la cara a su horrible padrastro parado frente a él. —cállate, estoy mejor que nunca y espero a ti muy pronto se te vaya la sonrisa cuando mi madre sepa que la engañas y te eché a patadas de mi casa.

pretty boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora