sesenta y cuatro.

76 12 0
                                    

—¡siento que me voy a caer, bajame!

—eres un amargado, ya casi llegamos. Puedes sostenerte bien de mis hombros.

—¡en serio voy a caerme, Kai Kamal Huening!!!

El castaño no le prestó atención a los gritos desesperados del pelinegro detrás de él y siguió con su camino, pedaleando a toda velocidad como si su vida dependiera de eso. Soobin por su parte no podía hacer nada más que mantener su equilibrio y sostenerse de los hombros de Hueningkai para que la rueda no atrapará su tobillo y lo hiciera trizas, estar montado en la maza era muy peligroso y sobre todo sentía que el alma se le salía por la manera endemoniada de manejar de Hueningkai, después de unos chillidos, rasguños en sus hombros y unos cuantos sustos, finalmente llegaron a la heladería del pequeño pueblo.

—¿estás bien?, ¿te falta una pierna?, ¿sigues con vida?, yo te veo perfecto, más guapo que hace unos minutos, pero bien.

—casi me matas.

—te mataré a besos.

Ambos sonrieron, para finalmente bajar de la bicicleta con cuidado para que Kai pudiera estacionarla fuera del establecimiento donde pasarían la tarde. Este, tenía un pequeño jardín donde había bancas para que los clientes pudiesen disfrutar del ambiente fresco fuera del local, por dentro, bonitas decoraciones de animales, flores y todo rosa, demasiado rosa, olía muy bien, a notas florales y pastel, un olor demasiado agradable para su gusto, todo estaba siendo muy adorable. A Soobin le gustaba, se sentía bien estando en ese lugar, un pequeño sentimiento de ternura tocó su corazón, pensando, ¿de verdad había pensado en él tanto como para llevarlo a un lugar que era, "tan él"?

Se sentía tan dichoso.

—¿te gusta el lugar?, no es mi heladería favorita, pero supuse que te gustaría a ti.

Soobin sintió sus mejillas arder, mientras sonreía nervioso, Hueningkai le estaba mirando y encima diciendo esas palabras. —me gusta, ¿cómo sabías que lo haría?

—creo que es obvio.. ¿qué tomaremos?— pregunto mientras caminaban hacia el interior del local mientras leían el menú, teniendo clara y decisiva, su elección de sabor.—helado de chocomenta.— respondió Soobin sonriendo con seguridad, atrayendo la atención del castaño automáticamente.

—Dios santo, cásate conmigo. Hola, ¿puede darnos dos barquillos de chocomenta?— Se dirigió hacia el mostrador donde había una chica atendiendo, pidió amablemente, tomó la mano de Soobin y se dirigieron a las bancas de afuera para tener un poco más de privacidad en lo que su pedido llegaba a sus manos. —no creí que te gustará el chocomenta también..

—lo amo y deberías saberlo.

—lo sé, perdóname, ¿deberíamos salir más a menudo para conocernos mejor?, hay tantas cosas que cambiaron hace años, debo conocerte más.

—tal vez, debes venir a verme más seguido, recuperar el tiempo perdido, ya sabes..— le sonrió coqueto mientras sus manos se dirigían a las de Soobin para entrelazarlas, jugueteando un poco con ellas tratando de disimular que quería unirlas con las suyas y jamás soltarlas. Todo esto bajo la mirada atenta del pelinegro, que empezaba a tener un poco más de confianza, sin embargo, aún no podía creer todo lo que estaba viviendo en este momento. Jamás soñó con un reencuentro, mucho menos tener intimidad con Hueningkai, ni mucho menos encontrarse así, ser ellos dos, sin que los demás les señalarán.

Le gustaba creer que el mundo era demasiado pequeño como para volver a encontrarse con Hueningkai. Pero jamás creyó vivir algo así. Se sentía tan enamorado justo ahora y no quería que nunca se acabará.

Lo que aún no podía creer, es que todo era mutuo.

Pronto llegó la chica de la barra con sus pedidos, los colocó sobre la mesa y los dejó a solas nuevamente. —esto se ve muy rico, ¿cómo puedes decir que no es tu heladería favorita?

pretty boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora