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Un Falso Rumor (2)

—No.

Mi voz era firme, pero estaba claro que el rumor se iba a extender como un incendio forestal. Apreté la copa de champán y le di fuerza a mis piernas. Mi visión nadaba delante de mí. Solo quería volver al palacio del oeste y gritar de rabia, pero no podía mostrar ni siquiera un temblor.

—La Señorita Rashta debe haber entendido algo mal.

Hablé con calma y las otras damas se rieron y dijeron, ‘‘¿Es así?’’ No sabía si me creían o no. La gente tendía a descartar las excusas de los perjudicados por los chismes. Quería involucrarme lo menos posible, pero ahora que sucedió esto, no había nada que hacer. Yo misma llamaría a Rashta más tarde y le preguntaría. Después de un profundo suspiro, le entregué la copa medio llena a un sirviente.

—Oh, creo que el baile está a punto de comenzar.

La duquesa Tuania soltó una risa exagerada. Cuando ella lo notó, los músicos se habían detenido, hojeando sus partituras y hablando en voz baja entre ellos.

Había una regla en el baile de salón– una misma pareja no podía bailar dos veces seguidas. La regla permitía bailar con múltiples personas, pero la del primer baile se consideraba la más significativa.

Los grupos comenzaron a separarse y a buscar su pareja antes de ir al centro. Los que no querían bailar se movieron a los costados.

‘‘Sovieshu tendrá su primer baile con Rashta.’’

Desde nuestro matrimonio, Sovieshu siempre tuvo su primer baile conmigo. Este año, sin embargo, tuve un buen presentimiento de quién sería su pareja esta vez. Fingí mirar hacia otro lado, pero pude ver a Sovieshu tomando la mano de Rashta y diciéndole algo. Rashta, feliz, me miró. La mirada de sus ojos se convirtió en una disculpa, y Sovieshu también giró la cabeza hacia mí. Miré hacia otro lado antes de que nuestros ojos se encontraran, y mantuve mi barbilla en alto mientras me alejaba.

La única persona que podía pedirle a la Emperatriz el primer baile era el Emperador. Nadie más me invitaría a bailar de todos modos, así que pensé que sería mejor dejar el área por completo para proteger mi orgullo.

‘‘Me alegro de que nuestros ojos no se hayan cruzado.’’

No quería que notaran mi mirada. Me pegué más a la pared, con la esperanza de que mis ojos no se toparan con ellos de nuevo. Sin embargo, un zumbido de voces estalló a mi alrededor antes de que pudiera llegar a mi destino previsto.

Miré a mi alrededor. Los ojos de la multitud estaban pegados a la figura errante del Príncipe Heinley. Dos jovencitas se rieron a carcajadas, con las mejillas enrojecidas por la vergüenza. Muchos parecían preguntarse a quién le pediría el Príncipe su primer baile, y él pareció disfrutar de la atención. Todavía estaba molesta por Sovieshu y Rashta, y no tuve tiempo de concentrarme en este Príncipe y sus rumores. No me importaba con quién bailara–

—Oh. ¿Estabas aquí?

hasta que vino a mí. La multitud murmuraba aún más. Saqué mi abanico y lo miré. Cuando nuestras miradas se encontraron, el Príncipe Heinley bajó los ojos y sonrió.

—Recorrí media habitación para encontrarte.

El príncipe Heinley sacó una rosa que tenía en el pecho. Con la rosa en su palma, cayó sobre una rodilla y me miró. Por un momento me desconcertó su comportamiento.

la emperatriz se volvió a casar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora