Si Tengo Razón, Discúlpate (1)
¿Koshar no iba a ser torturado? ¿A pesar de su intento de hacerle daño al hijo del Emperador?
El Marqués Karl estaba más que confundido por las intenciones de Sovieshu. Era obvio para cualquiera que Sovieshu apreciaba a Rashta. Había ocultado la información que el Vizconde Langdel reunió sobre ella y la Duquesa Tuania, e inmediatamente creyó que Rashta había sido empujada por Koshar sin evidencia al respecto. Por más cegado que Sovieshu pareciera estar por amor, al Marqués Karl le parecía notar una sombra de duda en él.
Sovieshu miró por la ventana. Desde ahí, uno podía ver el pasillo cubierto que llevaba al palacio del oeste, aunque solo se veía a los transeúntes si salían de debajo del techo...
—Su Majestad, si está preocupado, puede decirle a la Emperatriz que pase primero. Mi cuestión no es urgente, así que puedo regresar más tarde.
—Estoy seguro de que ya se fue.
—¿La vio?
—No. Pero es la emperatriz.
—¿?
—Nunca haría nada que dañe su orgullo.
—Entonces, ¿por qué no va usted al palacio del oeste, Su Majestad?
—Estoy demasiado enojado como para hacer eso.
—Pero, Su Majestad, ¿es cierto que el Marqués Farang consiguió las drogas abortivas, verdad?
—Mi investigador es competente.
En vez de darle una respuesta definitiva, Sovieshu se puso de pie.
—Estoy cansado. ¿Le gustaría caminar un rato?
Sovieshu se levantó y se acercó a la puerta. Desde aquí era más difícil saber si la Emperatriz ya se había ido. El Marqués pensó que sería mejor para Sovieshu ir al palacio del oeste, pero no debatió ese punto y se puso de pie también.
Pasaron por el salón y salieron, tan pronto como Sovieshu puso un pie en el pasillo, se puso rígido. La Emperatriz seguía ahí. Incluso el Marqués Karl se sobresaltó y rápidamente hizo una reverencia.
—Pensé que ya te habías ido.
Sovieshu murmuró en voz baja, frunciendo el ceño.
***
Al principio, pensé en regresar.
Lo habría hecho si fuera la de siempre, pero esta vez me rehusé a rendirme frente a él. Así que me quedé en mi lugar y esperé que Sovieshu saliera.
‹‹En cualquier momento saldrá.››
Afortunadamente no tuve que esperar mucho. Abrió la puerta y noté que su postura estaba encorvada, quizá debido a su preocupación por Rashta. No obstante, su expresión se tornó en disgusto tan pronto como me vio.
—Pensé que te habías ido. ¿Qué haces aquí? ¿Quieres recibir un castigo o algo por el estilo?
Sonreí tan fríamente como pude, pero respondí casualmente.
—Pensé que querías esto.
—¡!
—Así que me presenté.
Él no reveló ningún daño en su orgullo, ni hizo mención del hecho de que me había ignorado, pero sus ojos temblaron. Su voz burlona se tornó en un frío desprecio.
—La Emperatriz siempre me sorprende, tanto en relación al caso de Rashta como ahora.
—Y tú eres un cliché en relación a Rashta.
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la emperatriz se volvió a casar
FantasíaNavier era la emperatriz perfecta, sin embargo, el emperador quería una esposa, no una compañera. Por lo que dejó a la Emperatriz y puso una esclava a su lado. Eso estuvo bien, hasta que Navier escuchó al Emperador prometer a la esclava la posición...