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La Elección De Esta Vez (2)

—Escasez de magos...

Heinley se sentó frente a su escritorio y leyó el informe. Era un documento altamente clasificado, copiado secretamente de la oficina de magos cuando estaba en el Imperio Oriental.

Dio un murmullo contemplativo, ya que tenía interés en el número decreciente de usuarios de magia. El número exacto no se conocía, pero la velocidad de disminución era inesperadamente significativa.

‹‹Los magos son un pilar en el poder del Imperio Oriental.››

Heinley dio una leve sonrisa y cerró el informe, cuando su mirada fue atrapada por un pájaro azul aleteando justo afuera de la ventana. Cuando se acercó y abrió la ventana, el pájaro rápidamente aterrizó dentro de la habitación y jadeó para recuperar el aliento.

—¿Ya has regresado?

Heinley sonrió y acarició la pequeña cabeza del pájaro con su dedo, y luego desató la carta de su pata. El pájaro sacudió su cabeza malhumoradamente y tan pronto como Heinley tomó la carta, dio un paso atrás y se transformó en un hombre.

Por supuesto, era McKenna. Heinley había visto la transformación incontables veces y no se molestó en mirarlo. En cambio, se concentró en revisar la carta.

—Sufrí por esto.

—Tienes diez días más de vacaciones.

—Hay algunas cosas que sé sin que tengas que decirlas.

Heinley curvó sus labios y recorrió la carta con la mirada, pero su sonrisa pronto se desvaneció y fue reemplazada por una expresión triste.

McKenna ya sabía lo que decía la carta, modestamente retrocedió e intentó parecer ocupado poniéndose algo de ropa.

—McKenna

—Sí, Su Alteza.

—No puede venir.

—¿Estás seguro?

—No finjas ignorancia conmigo.

—Yo... sí.

Heinley exhaló con fuerza, después dobló la carta y la guardó en un cajón.

—No te esfuerces demasiado. Deberías pensar en tu salud...

Heinley presionó sus ojos y se sentó en el escritorio nuevamente. Estaba molesto, y no quería que nadie lo fastidiara.

—Su... Su Alteza.

McKenna, ahora vestido, se acercó al escritorio en vez de irse de la habitación.

—¿Qué sucede?

Heinley lo miró y McKenna explicó cuidadosamente lo que había escuchado durante su viaje.

—De hecho, el Imperio Oriental estaba bastante ruidoso. Causó bastante revuelo cuando una droga abortiva fue descubierta en la comida de la concubina del emperador.

Heinley levantó sus cejas.

—¿Y la Emperatriz está atada por eso?

—Eso...

—Hay algo más detrás de escena que no me estás contando. ¿Qué es?

—Hay una historia que muy pocos nobles del Imperio Oriental conocen. Solo que...

—¿?

—Se rumorea que el hermano de la Emperatriz fue quien puso esas drogas abortivas.

McKenna añadió de mala gana que no estaba seguro de si él podía contar esa historia. Mientras tanto, Heinley estaba en shock.

la emperatriz se volvió a casar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora