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¡No Puede Ser De La Familia Real! (1)

Rashta parecía ajena a la reacción que habían causado sus palabras. Bajó la cabeza y observó débilmente el suelo, pero no fueron sus accidentales palabras las que causaron su tristeza.

Sovieshu le lanzó una reprensión silenciosa a la Vizcondesa Verdi quien se encontraba cerca. No obstante, ella negó con la cabeza. No hablaba con Rashta a menudo, mucho menos tenía conversaciones en profundidad con ella, por lo tanto, no tuvo oportunidad de decirle que su bebé no podía ser de la realeza, e incluso si se lo hubiera dicho, considerarían que estaba provocando a Rashta.

Ese era el caso para la dama de compañía. Sin embargo, Sovieshu, no tenía tal excusa.

Reacio a seguir tratando ese tema frente a los nobles, Sovieshu intentó llevarse a Rashta lejos del sofá.

—Rashta, ponte de pie.

Ella fue traída de vuelta a la realidad, y lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

—Su Majestad...

—Volvamos.

—Oh, Rashta está bien, Su Majestad. Puedo manejarlo.

—Vámonos.

—No quiero huir, Su Majestad. Rashta puede superarlo.

Sovieshu estaba en un aprieto. Lo primero que aprendían los jóvenes nobles al hacer su debut en la sociedad era a tragarse su orgullo y retroceder. Podrían estar en lo más alto de su jerarquía en sus casas y propiedades, pero al entrar en la alta sociedad, eran lanzados a una situación en la que todos los demás eran más ricos, de posición más alta, y más poderosos. Lo mismo ocurría incluso con la descendencia de un duque, y solo la familia imperial era la excepción a esta cadena alimenticia.

Sin embargo, Rashta no sabía nada de la aristocracia, y como resultado, testarudamente intentó preservar su orgullo, dejando a Sovieshu en un dilema.

Él caminó delante de ella, con una mirada firme indicándole que debía seguirlo. Solo entonces se dio cuenta de que él no iba a apaciguarla. Parecía querer decirle algo que no podía expresar en público.

Así que lo siguió apurada.

***

—... ¿por qué haría eso?

Mientras murmuraba para mi misma, Laura me miró con curiosidad y luego giró su cabeza en la dirección que yo estaba mirando. El Duque Elgy estaba sentado junto a Rashta en el sofá, inclinándose hacia ella y hablando.

—Increíble. ¿Pueden sentarse así de cerca?

Laura chasqueó la lengua. Mientras observaba, la distancia entre el Duque Elgy y Rashta que era casi inexistente. Laura no era la única; otros nobles echaban miradas curiosas al par sentado en el sofá. Sovieshu los había mirado de reojo, pero dirigió su mirada hacia su secretario en jefe y continuó su conversación.

—El Duque Elgy debe tener los ojos en los pies si sigue socializando con ella.

Laura refunfuñó en voz baja y se giró hacia su amiga, reacia a seguir mirando. Casi al mismo tiempo, el Duque me miró, y sonrió ligeramente cuando nuestros ojos se encontraron. Era una sonrisa amistosa, pero no logró engañarme. Hablaban mientras tocaban el regalo que le di a Rashta.

Elgy dijo algo, y el sonriente rostro de Rashta se endureció rápidamente. No sé lo que dijo, pero ciertamente le provocó una reacción.

¿Ese hombre acababa de sonreírme? Ridículo, puede sonreír todo lo que quiera.

la emperatriz se volvió a casar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora